CAMAGÜEY.- Como suele suceder en las democracias europeas, no todo acaba el día de la elección. España decidió ayer parte de su futuro al darle al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) un triunfo que, aunque no le alcanza para formar gobierno por sí solo, lo pone a la cabeza de las negociaciones que en lo adelante marcarán el destino de la península. Un reinventado Pedro Sánchez que se las ingenió para vencer en las primarias de su partido en contra hasta de la propia cúpula, tendrá a su cargo la misión de negociar. El resto del hemiciclo quedó, por este orden, Partido Popular (PP), Ciudadanos, Unidas Podemos y el nuevo fenómeno de la política española, el ultraderechista y franquista VOX que, contra todo pronóstico, logró más diputados de lo previsto, lo que lo hace muy peligroso de cara al futuro.

Ahora el PSOE tiene la posibilidad de gobernar habiendo ganado una elección, pues ellos habían llegado al poder hace diez meses tras una moción de censura que, con el apoyo de Podemos, logró derribar a Mariano Rajoy de la presidencia en una excelente jugada política; sin embargo, los cambios en estos últimos meses fueron "cosméticos"; la única medida de fortaleza fue elevar el salario mínimo a 900 euros.

Pero a partir de este 28 de abril otro escenario se abre en el país ibérico. Serán semanas de negociaciones intensas para lograr sumar los 176 votos necesarios para la investidura, no creo que muchas, pues también habrá muy próximas Elecciones Municipales, y de seguro se querrá llegar con el gobierno formado. Ya los Socialistas cuentan con 123. Todo parecía indicar que un acuerdo con el partido Ciudadanos les daría la cifra mágica; no obstante, ayer quedó claro que no habrá pactos entre estos dos. Por un lado los seguidores del candidato vencedor interrumpieron varias veces sus palabras para advertirle: “Con Rivera no, con Ciudadanos no”. Además, el propio Albert Rivera en una jugada magnífica se autotituló líder de la oposición, lo que aparentemente cierra el camino hacia un posible trato.

Pero, ¿por qué Rivera asume esa posición? El niño mimado de los medios está mirando con luz larga, no tiene apuro y sabe que fueron los segundos grandes ganadores de la contienda, a pesar de quedar aun por detrás del PP. A Sánchez tampoco le convendría un acuerdo de esta naturaleza, pues la agenda abiertamente neoliberal de Rivera le pondría muchos frenos a su gobierno y al final él sería el culpable de todo.

Lo cierto es que la gente de Ciudadanos supo aprovechar muy bien la coyuntura y al parecer se llevó buena parte del voto joven, incluyendo los más de un millón de españoles que votaban por primera vez. No se puede perder de vista que esta agrupación representa la adaptación de la derecha al nuevo escenario político que trajo Podemos en su disputa con los partidos tradicionales. Ciudadanos surgió para que el voto antiestablishment de la derecha no se fuera con Podemos, que había surgido de las calles, del movimiento 15M, con una manera de hacer política muy fresca, pero que no se logró capitalizar en votos, ni en las pasadas elecciones, y mucho menos en estas.

¿Qué pasó con Pablo Iglesias y su gente? ¿Por qué quedaron relegados a una cuarta posición, desde la que estratégicamente no tienen para hacer mucha fuerza en las negociaciones? La gran prensa española supo sacar muy buen partido a los problemas internos de la agrupación de izquierda, y si a eso le sumamos que en plena crisis y campaña electoral, su principal líder decidió acogerse a una licencia de paternidad, en una sociedad tan machista como la española, y desaparecer tres meses de la palestra pública, así fue mucho más fácil atacarlos y dividirlos.

A su vez, centraron su campaña en temas como el feminismo y el medio ambiente, muy importantes, pero no eran lo que la gente quería escuchar. También, como no son un partido consolidado, les falta estructura territorial y maquinaria para ganar elecciones. Son demasiado emocionales para una sociedad que está girando más a lo pragmático. Aunque la izquierda ganó votos, Podemos perdió porque fueron absorbidos por el propio sistema, ya no eran los representantes del sentimiento antiestablishment, se les desdibujó el discurso. Eso sin contar que Pablo Iglesias y su esposa pasaron de vivir en un barrio obrero a hacerlo en una mansión de 300 000 euros, en una España con más de 60 000 desahucios durante el 2018, y la gente no se lo perdonó. Los llevaron de ser la tercera fuerza política a la cuarta, perseguidos muy de cerca por los franquistas del Vox liderados por Santiago Abascal. Además, se confiaron en las redes sociales y abandonaron las calles, olvidaron que ellos surgieron en la Puerta del Sol, oponiéndose a los recortes neoliberales.

Peligrosos los votos que sacó el partido Vox, sin ir a un solo debate televisivo, eludiendo los grandes problemas nacionales y apelando a un conocido ultranacionalismo. Así sorprendieron como la quinta fuerza política de España, cualquier coincidencia con fenómenos parecidos de este lado del Atlántico no es casualidad. Lograron arrebatarles votos al mismísimo PP, al que le costó el fracaso de Rajoy mas los doctorados y maestrías falsas de sus altos dirigentes terminaron enterrándolo. Tampoco era Pablo Casado el mejor candidato, sobre todo por ser muy joven para un electorado tan ultraconservador. Atención con el fenómeno Vox, porque se presagia una crisis peor que la del 2008 y en circunstancias extremas los electorados asumen posiciones extremas.

De manera general fue un proceso en el que predominó el marketing político, los contendientes se centraron más en la forma que en el contenido, incluso parece mentira que, con tantos problemas que tiene la España actual, se haya perdido tiempo en que si eres bolivariano o no.

Parece un absurdo pero pudiera marcar en buena medida la política exterior del nuevo gobierno respecto a América Latina y más específicamente Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Como país periférico no tiene nada más que hacer que seguir lo que decidan en Bruselas grandes como Alemania y Francia. Cuba para los españoles es un mundo aparte, hay demasiado dinero de por medio como para jugar con eso, ya Aznar lo intentó y le salió muy mal.

¿Qué puede pasar ante este interesante panorama? Por lo visto el domingo se abrirían las puertas a una coalición en la que también entrarían asuntos locales como la independencia de los presos políticos catalanes o posiciones de los nacionalistas vascos. La izquierda, en ese concepto amplio que tiene para los españoles, ganó votos, la derecha los perdió, pero aun así falta mucho cabildeo para que se tenga un nuevo presidente de gobierno. Son muchas las claves que indican que no gobernará la “derecha” y eso sería lo menos malo para el futuro de los españoles.