Foto: Tomada de ACNFoto: Tomada de ACNCAMAGÜEY.- Algunos personeros del Gobierno estadounidense, con total descaro, han dicho que el “camino” hacia La Habana pasa por Venezuela, no porque reconozcan los fuertes lazos de amistad y solidaridad  existentes entre ambas naciones, sino porque ilusamente planean y piensan que cuando caiga la Patria bolivariana también caerá la de Martí y Fidel.

Desde luego que una cosa piensan los “borrachos” de poder y hegemonía continental, que erróneamente continúan considerando al área su traspatio, y otra los que hemos resistido todas sus brutales embestidas y estamos aquí y estaremos, fundamentados en la defensa de nuestros principios revolucionarios, la soberanía y la independencia de nuestros pueblos y con ello la de todos los pueblos de la región.

Enmendándoles la plana, como se dice, lo correcto sería que dijeran que por Venezuela, Cuba y Nicaragua, que ellos añadieron a la comparsa también, pasa hoy la preservación del derecho internacional de cada país de darse el sistema social que más le convenga sin injerencias externas de ninguna naturaleza.

Para tratar de doblegar a Venezuela, además del intervencionista mayor conocido por Donald Trump y sus torpezas; el halcón John Bolton; el ambicioso de protagonismo Marco Rubio, la Casa Blanca resucitó a Elliot Abrams, fósil de la política injerencista en América Latina y el Caribe de otras administraciones estadounidenses, para que lleve adelante la estrategia, llevando como bandera al irrelevante autoproclamado presidente Juan Guaidó, de presionar sicológica, política, económica y financieramente, sin descontar la acción militar, desde luego, hasta sacar al mandatario Nicolás Maduro del poder legítimo que ostenta.

Para transitar lo que podría expeditarle aún más el “camino” hacia La Habana, después de “eliminar” al régimen chavista, el Gobierno norteamericano acaba de poner en vigor, parcialmente, el capítulo III de la extraterritorial Ley Helms-Burton mediante el cual faculta a antiguos propietarios de bienes nacionalizados por la Revolución Cubana después de 1959, acorde con la legislación vigente en el país, a establecer demandas de indemnización ante los tribunales estadounidenses.

La aplicación de dicho capítulo tiene como fin excluir por el momento a las empresas  nacionales de sus aliados, tanto en Europa, como Canadá y otros, de las posibles reclamaciones, y solo autoriza que estas se establezcan contra propiedades cubanas relacionadas en una apócrifa lista dada a conocer por el Departamento de Estado, donde además se les prohíbe a sus entidades negociar con algunas de ellas.

A grosso modo este es el panorama al que nos enfrentamos tanto Venezuela como Cuba, que con independencia de la creciente agresividad de la actual Administración norteamericana, no añade nada que no sepamos en sus aspiraciones de cambiar el régimen de justicia social existente tanto en la patria de Chávez como de Fidel.

Para nosotros el plan de desmontaje del socialismo pasa por el recrudecimiento del bloqueo y la asfixia económica, y desalentar la inversión extranjera que tan vital resulta para nuestro desarrollo, sin que estemos exentos de otros peligros intervencionistas que nunca pueden descartarse.

En uno y otro caso, es notorio el desconocimiento de la Historia de los que urden y llevan adelante los planes imperialistas de destrucción de dos naciones que son ejemplos de democracia participativa y de combate a brazo partido por el bienestar de sus respectivos pueblos, e ignoran la capacidad de resistencia y lucha de los cubanos a lo largo de más de 150 años y de los venezolanos por más de 200, en defensa de su soberanía e independencia

Sería oportuno que no olvidaran la lección de Vietnam, guerra expansionista y de rapiña de la cual salieron sus soldados colgados de los helicópteros en humillante derrota y más recientemente, no olvidar tampoco las enseñanzas del pueblo sirio que, por más de siete año, ha recibido el embate de una poderosa coalición militar liderada por los Estados Unidos, y que está también al borde de un rotundo fracaso en sus intentos de doblegarlo.

Quienes olvidan la historia sucumben a sus enseñanzas.