CAMAGÜEY.- Nayib Bukele es el nuevo presidente de El Salvador, según datos preliminares, con más de 53 % de los votos en unas elecciones caracterizadas por la elevada abstención de los empadronados, y tomará posesión del cargo el próximo 1ro. de junio, para gobernar hasta mayo del 2024.

Bukele, candidato del partido derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) militó en el Frente Nacional Farabundo Martí (FMLN) organización de la que fue expulsado por la Comisión de Ética en el 2017 por promover la división del partido y difamar de sus dirigentes y se dio a conocer en el escenario político por desempeñar las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y después de San Salvador.

A las elecciones presidenciales de El Salvador concurrieron cuatro candidatos, Hugo Martínez Bonilla por el FMLN, Carlos Calleja por Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), por el partido Vamos Josué Alvarado y Bukele por GANA, a quien las encuestas siempre dieron como ganador al considerarlo como una opción entre los dos partidos tradicionales, relegando a Hugo Martínez a una tercera posición.

El Salvador es uno de los países más pequeños centroamericanos de alrededor de 6 millones de habitantes, con una elevada densidad poblacional que no escapa a la pobreza, a pesar de los esfuerzos del FMLN en sus dos períodos de gobierno, y está signado por una violencia que ha obligado en los últimos tiempos a miles de pobladores e engrosar las filas de la caravanas que marchan hacia la frontera con Estados Unidos.

Los resultados de estas elecciones dicen que a pesar de los programas puestos en práctica por el presidente Salvador Sánchez Cerén para proteger a los sectores más vulnerables, sacando de la pobreza a unos 450 000 habitantes, alfabetizando a unos 330 000 y universalizando los servicios de educación y salud, gratuitos y de calidad, no pudieron inclinar la balanza a favor del FMLN.

No son pocos los especialistas que atribuyen el triunfo de Bekele, que se presentó como una opción desideologizada a pesar de representar un partido de derecha, a la violencia que sacude el país con la operación de unas 400 bandas llamadas Maras, a lo que se suma, como en el caso brasileño, la utilización de las redes sociales para magnificar la situación económica negativa signada por la dependencia de la manufactura y de las remesas que envían los nacionales de los Estados Unidos, que ascienden a unos 5 000 millones de dólares anualmente, y sobre todo, a la prometida busca de seguridad, que tanto ansían los salvadoreños.

El argumento de la instalación de la pena de muerte como freno a los maras, la utilización de paramilitares para combatirlos, la despenalización del aborto, el uso de símbolos de la izquierda para atraer los votos de los electores y la amenazas de expulsión de inmigrantes ilegales por el gobierno de Donald Trump, conformaron un panorama que tuvo mucho que ver con los resultados de las elecciones presidenciales en El Salvador, país que ostenta la presidencia rotativa de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Ante esta perspectiva, el FMLN es un partido joven, que tiene una rica historia de lucha por el bienestar de su pueblo, por lo que este revés debe ser circunstancial para continuar pugnando por cambiar la situación económica, política y social de los salvadoreños.