CAMAGÜEY.- La prepotencia yanqui está desbordada contra Venezuela. Parece que la Casa Blanca se cree que ha llegado la hora de sacar al presidente constitucional Nicolás Maduro Moros del poder, mediante la fórmula golpista que ya tantas veces ha usado contra los gobiernos que no le son afines en la región latinoamericana y caribeña.

La respuesta de Maduro de romper las relaciones diplomáticas y políticas con Estados Unidos y exigir la salida del territorio venezolano del personal de su embajada, ante el reconocimiento inmediato de Washington al autotitulado presidente interino Juan Guaidó, que encabeza la Asamblea Nacional en desacato, ha exacerbado los ánimos del señor Donald Trump, al punto de no descartar una acción militar contra la patria de Hugo Chávez.

Como parte de la escalada de violencia desatada por la oposición con el respaldo estadounidense, un grupo de militares de la Guardia Nacional asaltó un destacamento de ese cuerpo, del que extrajeron armas de guerra, y fue inmediatamente neutralizado. También provocaron el incendio del centro cultural recreativo Robert Serra, en Caracas, cuyos autores fueron capturados.

En su pretensión de desconocer la legitimidad del mandato de Maduro, al que han tenido el descaro de llamar “ex presidente”, las autoridades norteamericanas han declarado llenas de soberbia que no sacarán su personal diplomático de la embajada en Caracas porque el Gobierno bolivariano no tiene fuerza legal para expulsarlo. No obstante, han ordenado la salida de una parte, a la vez que llaman al pueblo venezolano y a las Fuerzas Armadas a “protegerlos” de posibles agresiones, por lo que no se descarta que en ese sentido pueda haber alguna auto provocación.

En el plano internacional, la Organización de Estados Americanos, cumpliendo órdenes de Mike Pompeo, junto al Grupo de Lima se sumaron a la cruzada contra Venezuela. Algunos reconocen de hecho la proclamación inconstitucional de Juan Guaidó como presidente interino, al tiempo que México y Uruguay se han propuesto como posibles mediadores para alcanzar una posible solución política a la crisis provocada por las amenazas intervencionistas del Gobierno estadounidense.

No han faltado tampoco las voces que condenan y rechazan las pretensiones de los Estados Unidos de derrocar al presidente Nicolás Maduro, elegido democráticamente por más de siete millones de votantes el 20 de mayo del 2018.

La declaración de Cuba ratifica su inquebrantable solidaridad con la Revolución Bolivariana. A esta se han sumado gobiernos como el de Rusia, China, Siria, Irán, Turquía, la Organización de las Naciones Unidas, cuyos pronunciamientos consideran que ni el organismo ni su Consejo de Seguridad son competentes para tratar asuntos que solo corresponden a los venezolanos.

En la nación sudamericana, todas la instituciones gubernamentales, organizaciones y movimientos populares, al frente de los cuales se sitúan las Fuerzas Armadas Bolivarianas que componen el poder cívico-militar del país, han declarado su total respaldo al presidente Maduro, que una vez más ha llamado al diálogo nacional para resolver las divergencias en un país cuyo orden constitucional pretende ser desconocido por el Gobierno de los Estados y sus acólitos de la región. A tales intentos se oponen resueltamente y están dispuestos a combatir en cualesquiera de los terrenos.