CAMAGÜEY.- Hoy lunes estamos a un mes y diez días de un acto ciudadano que conmoverá a la opinión pública nacional e internacional: el referendo aprobatorio en las urnas, de la nueva Constitución cubana que fue sometida a consulta popular sin precedentes...

Toda persona que quiso opinar, bien en sus centros laborales o en las comunidades lo hizo, sin el más leve atisbo de amordazamiento, principio prevaleciente desde el inicio hasta el fin de los debates, aun cuando determinados enfoques pudieran estar equivocados o fuera de contexto.

Los cubanos residentes en el exterior tuvieron la posibilidad, de sin estar en su tierra, conocer el contenido del anteproyecto de Constitución y con sus voces contribuyeron a perfeccionar el contenido de la Carta Magna.

Hace unos días, a la espera de la leche en la bodega América Latina, del reparto del mismo nombre, tuve la ocurrencia de preguntar qué sucedería el 24 de febrero. Dos de los presentes hicieron un gesto con la cabeza de desconocimiento; sin embargo, Baby, la dependienta exclamó: ¡Que va a ser! La votación del sí por la Constitución”.

Lo anterior me hizo pensar: no podemos dar por hecho que todos los camagüeyanos, en más de medio millón que deben asistir al sufragio, lo saben.

Que los hay, los hay: despistados que por cualquier motivo han estado alejados de la información pública o el grupo minoritario al que no le interesa el porvenir del país y sueñan con los cantos de sirenas.

Alguien quizá me critique por incisivo en algunos enfoques, de pensar de que todavía no se ha llegado a todos los hogares con el primer aviso del referendo. La alerta no puede dejarse para el último día, como a veces ocurre en las cuadras durante los procesos de rendición de cuenta del delegado del Poder Popular a sus electores.

La responsabilidad no puede quedar para los quince integrantes de la Comisión Electoral Provincial, a las trece comisiones municipales y a las de las 861 de circunscripciones, responsabilizadas con organizar y validar el referendo. Es un deber indelegable de quienes se sientan patriotas y amen a la Revolución.

Debemos recurrir a métodos novedosos de convocatoria individual y colectiva para que nadie después diga: no sabía que el 24 de febrero es el referendo. Los spot televisivos, las menciones radiales o cualquier otro tipo de mensaje por los medios de difusión masiva son útiles, pero la propaganda directa, el tú a tú, el cara a cara es la más efectiva, la cual crea verdaderamente el compromiso.

Aplicar la máxima de Albert Einstein es un imperativo: “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”. La vida es más rica de lo que pensamos.

Apresúrese en adquirir en los estanquillos o unidades de correos el tabloide con el texto completo de la Constitución, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular en su última sesión.

A las urnas hay que asistir con una de las máximas de Fidel: “(…) El socialismo no se hace para unos cuantos, el socialismo no se hace para una clase, el socialismo se hace para todos”, en contraposición con la filosofía del capitalismo de ejercer su influencia solo en una minoría.

A los camagüeyanos les cabe el honor de haber sido testigos, hace 150 años, en abril de 1869, de la aprobación por nuestros patriotas de la Primera Constitución de la República de Cuba en Armas, en el poblado de Guáimaro.