CAMAGÜEY.- No podrán nunca los enemigos de la Revolución borrar la obra solidaria, humanista y altruista que ha escrito el personal médico cubano desde hace 55 años en 600 000 misiones internacionalistas de cooperación en 164 naciones, en las que han participado 400 000 trabajadores de la Salud cubanos.

Frente a este proceder de nuestros profesionales de la Medicina y la huella que han dejado en los más apartados e inhóspitos lugares de la geografía de este mundo lleno de egoísmos, no podrán sus detractores desconocerla, y mucho menos tratar de despojarla de los elevados sentimientos humanos que los motivan a emprender estos caminos llenos de sacrificios y de peligros.

Nombrar “esclavos” a los más de 8 000 colaboradores que prestan actualmente sus servicios en Brasil no solo es una infamia, sino que con ello quieren desconocer los verdaderos sentimientos que los motivan para presentarlos como simples mercantilistas que solo buscan el beneficio individual, obligados por el Gobierno cubano.

Pretenden desconocer que la decisión de cumplir una misión internacionalista es estrictamente personal, que mientras permanecen en naciones que se les asigna reciben en Cuba el ciento por ciento de su salario, tienen sus plazas garantizadas y disfrutan de los beneficios laborales y sociales, mientras que el organismo contratante les abona un estipendio para sus gastos personales y les garantiza alojamiento y alimentación.

En el contrato que firman con el Ministerio de Salud Pública se establece lo de compartir modestamente los ingresos que reciban por sus servicios para fortalecer el sistema de Salud de la Isla, contribución mediante la cual, en parte, se reparan decenas de instalaciones hospitalarias, más de 2 700 consultorios para la atención primaria de la población y alrededor de 327 policlínicas rehabilitadas, además de la compra de medicamentos, introducción de nuevas tecnologías, servicios todos ofrecidos de forma gratuita por el Estado cubano, gracias a lo cual se han realizado en los últimos cinco años más de 96 millones de consultas médicas y alrededor de un millón de cirugías, algunas tan complejas como los trasplantes de órganos, sin costo alguno para los pacientes.

Es falso que a los profesionales que permanecen en Brasil se les prohíba por el Gobierno de Cuba viajar con sus familiares, porque a pesar de que las reglas del programa Más Médicos regula el acceso de personas ajenas a la colaboración e impida la convivencia con ellos, en los últimos tiempos 300 de sus familiares han podido visitarlos.

Querer someter a revalidación sus títulos, poniendo en tela de juicio su preparación profesional, exigir contrataciones individuales desconociendo lo acordado por el Ministerio de Salud cubano con las autoridades brasileñas a través de la Organización Panamericana de la Salud, son condiciones inaceptables para la permanencia del personal médico en el país sudamericano y de allí la decisión de retirarlos, con pesar, porque son los más de 44 millones de brasileños los que sufrirán las consecuencias de privarlos de una atención médica altamente calificada, y con gran sentido solidario y humanitario.

Desde luego que este proceder fascistoide de Jair Bolsonaro no apartará a Cuba ni a sus profesionales de la Salud de continuar repartiendo solidaridad a todos aquellos que lo necesiten en cualquier lugar del mundo, como lo ha hecho durante más de cinco décadas, para aliviar los dolores y salvar las vidas de las víctimas de los desastres naturales o combatir las epidemias, como lo hicieron con el cólera en Haití o con el Ébola en países africanos, aun a riesgo de sus propias vidas.