CAMAGÜEY.- No por gusto se lleva a cabo en el país el proceso popular de consulta del proyecto de la nueva Constitución de la República que regirá los destinos de Cuba. Nos proponemos buscar, mediante este aleccionador debate, la justa medida sobre lo que piensa el pueblo del cuerpo legal y cuáles de sus planteamientos son precisos tenerlos en cuenta para la versión final, que sometida de nuevo a la comisión y luego al Parlamento, asegure la mayor transparencia para el veredicto final: el referendo.

Algunas personas que escucharon a hablar durante las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular pasada sobre la proyección del artículo 182, que promueve que la Asamblea Municipal se renovará cada cinco años, período de duración del mandato de sus delegados, valoraron ese período de tiempo de exagerado. Como se aclara, dicho mandato podrá extenderse por decisión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en los supuestos previstos de la Constitución.

Respeto la diversidad de criterios, pero cuando los electores empiezan a adaptarse al estilo de trabajo, a identificarse con la esencia verdadera de la labor del delegado de representar al pueblo en el órgano local de Gobierno y viceversa, y persuadir sus políticas en el seno de la comunidad, se acaba el período de Gobierno hasta ahora legislado.

El tiempo puede parecer mucho o poco, pero siempre que esté acompañado de la labor eficaz del delegado y este sea capaz de atraer y ser acompañado por el Grupo de Trabajo Comunitario y se convierta en líder cumpliendo con sus deberes y derechos, el poder del pueblo y la Revolución se afianzan en ese pedacito de Cuba.

El 11 de febrero pasado hizo veinticinco años de que Fidel habló de este asunto, del tiempo que a su juicio debían mantenerse en el cargo los delegados de circunscripción y vemos, por tanto, que no es asunto nuevo. Hubo opiniones a favor y en contra. Primó establecerlo en dos años y medio.

En el encuentro con los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional y a delegados a la Asamblea Provincial de Santiago de Cuba, efectuada en el teatro Heredia, el 11 de febrero de 1993, Fidel, comentó:

“Acuérdense que se discutió mucho también si los delegados del municipio debían ser elegidos por dos años y medio o por cinco años. Les confieso que todavía tengo duda sobre eso, pero habíamos arribado al criterio en la Comisión Preparatoria de que fueran dos años y medio. Había argumentos en favor y argumentos en contra, pero la estabilidad tenía que ver mucho con esto.

“ (...) Es que se mudan muchos delegados, cambian de residencia, dejan de serlo. Entonces se llegó a la conclusión de que los delegados a la provincia fueran por cinco años y se mantuvieron los dos años y medio para los delegados de las asambleas municipales, es decir, los delegados de circunscripción”.

Si bien es cierto que los delegados de base pierden la privacidad del hogar, pero de hecho gozan de un reconocimiento social, que es lo mejor que sucede, con independencia que establezcan despachos semanales en un lugar de la comunidad, los electores lo detienen en la vía pública o le dejan un recado con cualquier familiar.

Los delegados llegan a convertirse en una especie de misioneros, asimilan planteamientos inimaginables, más allá de las dificultades con las viviendas, la recogida de desechos, con el funcionamiento de la bodega o del consultorio de la familia, son consultados acerca de qué salida darles a problemas incluso de privacidad hogareña entre parejas.

En el pensamiento de Fidel siempre estuvo la idea de cómo perfeccionar el trabajo del Poder Popular, fortalecer nuestro modelo de democracia y no perdió de vista “como gran privilegio, como gran ventaja de nuestro sistema, el hecho de que casi la mitad de los diputados a la Asamblea Nacional tienen que ser delegados de base. Eso no lo tiene ningún país en el mundo. Esa es otro cosa sui géneris de Cuba”.

El reconocimiento del Líder Histórico a esos hombres y mujeres del pueblo es evidente: “¿En qué país del mundo un concejal —como pudiéramos llamar al equivalente de un delegado de circunscripción— es miembro de la Cámara de Representantes, o es miembro del Parlamento, o es miembro del Senado?

“¿En qué país del mundo el alcalde de un municipio —que es más o menos el equivalente de nuestro presidente del Poder Popular municipal; aunque nuestro presidente del Poder Popular tiene muchas más facultades, es otra cosa— es miembro del Parlamento o es miembro del Senado? En ninguno, esos cuadros dirigentes locales no tienen posibilidades de ser miembros del Senado, o del Parlamento, y en nuestro país casi la mitad de los diputados son delegados de base”.

No cabe duda de que nuestro Parlamento tiene una extracción muy popular, sin embargo, los candidatos deben sacar más de la mitad de los votos válidos, y muchos de ellos –como hemos explicado varias veces, argumentó Fidel, son conocidos allí en la circunscripción.

La aparición de los Consejos Populares (CP), amparado en la Ley 91, aprobada por la Asamblea Nacional a los trece días del mes de julio del año del año 2000, fue un “enorme avance y un cambio verdaderamente revolucionario en el proceso de perfeccionamiento del Poder Popular” como lo reconoció Fidel.

Creo que antes de sugerir transformaciones en su contenido y para no dar un paso en falso pensemos bien en algo que está contenido actualmente dentro de las funciones.

Me afilio totalmente al concepto de Fidel en el sentido del momento histórico, de cambiar todo lo que tenga que ser cambiado, pero en una de las funciones de los CP, específicamente la f) controlar y fiscalizar las actividades de las entidades existentes en la demarcación, independientemente de su nivel de subordinación” se precisa una profunda meditación.

No creo que haya que excluir ese tópico, vigente en la 91, y enrarecerlo en el artículo 194 del proyecto en análisis, de que los Consejos Populares solo se dediquen al “control sobre las entidades de producción y servicios de incidencia local” porque un eslabón más en la consecución del robustecimiento de la economía nacional.

De ninguna manera mantener esa función quiere decir que al presidente del Consejo Popular se le de “banderín”, en nombre de todos los delegados para entrometerse en los asuntos internos de una empresa de subordinación nacional, pero sí debe estar al corriente de cuanto acontece.

Cuando hay irregularidades en una fábrica, cuando los trabajadores sienten que no se aprovecha bien el tiempo, que los recursos no se optimizan, y residen dentro del área del Consejo ¿no es a ellos que llegan las quejas?

Tengamos presente lo dicho por Fidel: “No queremos una instancia administrativa, queremos allí una autoridad política y popular, una autoridad política y no una instancia administrativa, pero que aquella autoridad sepa lo que pasa en la peluquería, en la bodega, en todas partes, en todos los servicios, todo lo que ocurre allí. Creo que realmente el Consejo Popular se convierte en el eslabón esencial -yo diría que era el eslabón perdido- de la dirección estatal socialista.

“Nosotros tenemos que vigilar esta excelente idea (los Consejos Populares) para que se enriquezca y no se deforme por el camino (...) Naturalmente que una cosa son las ideas originales y otra cosa es el desarrollo de las ideas al contacto con las realidades. Ya los Consejos son hoy más que lo que habíamos concebido, tenemos que evitar que se distorsionen, que se deformen; tenemos que procurar que cumplan las ideas para las cuales se concibieron, ideas que a su vez se han desarrollado”.

Maduremos bien las ideas y no dejemos de tener presente esta afirmación del Líder Histórico: “No veo ninguna otra forma de controlar esa multitud de instalaciones que el Estado tiene en sus distintas formas el Estado central, o las provincias, los municipios, no veo ninguna otra forma.”