CAMAGÜEY.- Justo en el aniversario 92 del nacimiento de Fidel Alejandro Castro Ruz (13 de agosto de 1926), comienza en todo el país la consulta del Proyecto de Constitución de la República de Cuba. Cubanas y cubanos con capacidad mental y jurídica, sin la menor discriminación, tendremos la oportunidad de compartir nuestras consideraciones, que serán tenidas en cuenta para conformar la versión de la Ley de Leyes que se someterá a referendo popular.

La razón de hacer coincidir el inicio del debate con esta fecha no solo está en que en el Preámbulo del Proyecto consta: “IDENTIFICADOS/ con los postulados expuestos en el concepto de Revolución, expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 1ro. de mayo del año 2000”. La personalidad de nuestro Líder Histórico significa la síntesis enriquecida de lo más sobresaliente del pensamiento cubano, latinoamericano, universal. ¡¿Qué mejor guía para nuestro futuro?!

Como muestra de continuidad de lo medular de la Constitución de 1976, en el proyecto que ahora analizaremos se puede leer: “ARTÍCULO 5. El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.

Al repasar qué apreció José Martí al respecto, encontramos que le escribió a Máximo Gómez desde Nueva York el 20 de julio de 1882: “(…) si no está en pie, elocuente, erguido, moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia de sus hombres, y la sensatez de sus proyectos, una confianza suficiente para acallar el anhelo del país —¿a quién ha de volverse (el pueblo), sino a los hombres del partido anexionista que surgirán entonces?”.

Tras una década de batallar, el 10 de abril de 1892, desde el periódico Patria el autor intelectual del Moncada sentenció: “(…) Nació uno, de todas partes a la vez. Y erraría, de afuera o de adentro, quien lo creyese extinguible o deleznable. Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere. El Partido Revolucionario Cubano, es el pueblo cubano”.

Así, deviene axioma que escapó a la eventualidad el estímulo de los enemigos históricos del pueblo cubano en el sentido de hacer cuanto estuviera a mano en aras de la disolución del Partido de Martí tras la independencia mutilada que le continuó a la intervención yanqui en Cuba en 1898.

En consecuencia, al triunfar la Revolución, Fidel tenía la convicción según la cual desde el primer momento debió permanecer “una sola organización revolucionaria” y no tardó en guiar un proceso de unidad ideo-organizativa entre 1960 y 1961 que dio lugar al surgimiento de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (las ORI, a partir del Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de marzo y el Partido Socialista Popular) que —tras rectificar posiciones sectarias entre los años 1962 y 1963— se transformaron en Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) cuya evolución y perfeccionamiento se tradujo en que a principios de octubre de 1965 se optara por el nombre de Partido Comunista de Cuba.

Todo, con un principio fidelista cardinal: “La vinculación más profunda y permanente con las masas fue ayer, es hoy y deberá ser siempre la brújula de nuestro Partido”.

No resulta casual, pues, el barullo que una vez más orquestan mercenarios de afuera y del patio contra el Partido de la nación cubana. Es una señal inequívoca de la valía y certeza que nos acompaña al dejar constancia en nuestro principal documento jurídico-político de lo que significa para el pueblo el unipartidismo. Sin dudas, un fundamento esencial de cómo Fidel se proyecta en el porvenir cubano.