CAMAGÜEY.- En un intercambio sostenido hace ya algunos años escuché una afirmación que me alarmó: “Nuestros jóvenes son menos revolucionarios que los viejos”, una frase repetida que volví a escuchar recientemente, pese al demostrado protagonismo de las nuevas generaciones en el contexto cubano actual.

Pensé en arremeter con urgencia aquel sinsentido y las palabras del gran José Ingenieros pujaban en mi mente: “La juventud es, de todas, la fuerza renovadora más digna de confianza… ¡guay de los pueblos en que los viejos logran ahogar en la juventud ideales y rebeldías que son presagio de renovación ulterior!”

Acudo hoy a estas líneas, en la búsqueda de las palabras útiles y necesarias para discrepar de tan absurda opinión, acaso era José Martí a los 31 años de edad menos revolucionario que el Generalísimo Máximo Gómez cuando le escribió al casi cincuentenario jefe militar:

“¿Qué somos General?, ¿los servidores heroicos y modestos de una idea que nos calienta el corazón, los amigos leales de un pueblo en desventura, o los caudillos valientes y afortunados que con el látigo en la mano y la espuela en el tacón se disponen a llevar la guerra a un pueblo, para enseñorearse después en él?

El joven avizoraba entonces una realidad posible si permanecían las actitudes de algunos oficiales del ejército mambí, y por esa libertad que siempre lo animó en cada discurso patriótico y de la cual hacía uso para expresarse ¿podía considerarse al Apóstol de la independencia de Cuba, menos defensor de la causa emancipadora?

Hoy Cuba, nación cuestionada por unos y apreciada por otros, libra una guerra mediática, ideológica y política, en el ciberespacio y fuera de él, en la cual están a la carga los jóvenes cubanos.

También adentro la lucha es dura, contra el oportunismo y la falsedad, porque como en cualquier parte de este mundo contaminado de ambiciones y vanidades, la Isla no escapa de quienes violan y se aprovechan de los derechos conquistados por y para el pueblo.

Los ejemplos positivos que existen en el ámbito nacional con argumentos inclusivos, que sitúan a la población en el centro de las gestiones gubernamentales para movilizar y sumar, deben mantenerse y multiplicarse en armonía con el concierto de voces de la actualidad cubana.

Jóvenes fueron los que hicieron posible la Revolución Cubana y sus innegables conquistas sociales para el bien de todos, y como legado de esa hazaña, también lo son quienes cada amanecer emprenden la vida en las industrias, los campos, centros de investigación científica, universidades, instituciones médicas, educativas y culturales o algún negocio privado.

Todos ellos representados además, en la actual legislatura del Parlamento cubano con un 13 por ciento que supera a los 52 diputados menores de 35 años elegidos en el mandato anterior.

La energía, la creatividad e incluso las ansias de cuestionarlo todo son inherentes a la lozanía espiritual que emerge como oportunidad para el necesario mejoramiento humano y la utilidad de la virtud que profesó el Maestro.

Es cierto y no lo niego, la nueva generación requiere en algunas ocasiones de aclaraciones oportunas y constante superación en la búsqueda de un mayor entendimiento de quiénes somos, qué hacemos y adónde vamos o pretendemos ir, pero, además, los “pinos nuevos” precisan mayor confianza.

La misma que depositó actualmente la dirección histórica de la Revolución, al destacar las virtudes de los más jóvenes para asumir responsabilidades importantes en la toma de decisiones sobre el destino de esta nación.