"Esta situación debe cesar. Dos años es demasiado. Es hora de liberar a Assange, y de que sus derechos humanos sean respetados", aseveró hoy el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, en rueda de prensa ofrecida desde Londres junto al fundador de la organización Wikileaks.

El 16 de agosto último se cumplieron 24 meses desde que Quito decidió otorgar asilo al australiano, tras evaluar una serie de elementos que hacían suponer que estuviera siendo objeto de persecución de naturaleza política debido a sus actividades como periodista, recordó el canciller.

Sin embargo, las autoridades británicas no accedieron a otorgar un salvoconducto necesario para trasladarlo a esta nación suramericana, por lo cual Assange se ha visto obligado a permanecer encerrado en la embajada ecuatoriana en Londres, sin apenas poder ver la luz del día, pese a que tribunal alguno haya podido comprobar las imputaciones en su contra.

En Suecia, el informático está acusado de supuestos delitos sexuales, lo cual se considera una estratagema para lograr su extradición a Estocolmo y luego entregarlo a las autoridades estadounidenses, donde hace varios años lo persiguen debido a las revelaciones de Wikileaks.

En 2010 esa organización puso al descubierto miles de informaciones confidenciales y documentos sobre las irregularidades y violaciones cometidas por Washington en las guerras en Iraq y Afganistán, entre otros temas.

Hoy, sin precisar detalles, Assange aseguró que no tardará en salir de la legación diplomática, y solo afirmó que no será por complicaciones de su estado de salud, aunque reconoció las afectaciones sufridas como resultado del estado en encerramiento.

Por su parte, Patiño lamentó que en este periodo, aunque muchas cosas han cambiado, solo ha permanecido inamovible la postura negativa de la Justicia sueca de dar pasos con vistas a avanzar en el caso.

Aunque en reiteradas ocasiones la defensa del informático ha ofrecido realizar entrevistas mediante videoconferencias con vistas a aclarar su situación legal, Estocolmo se ha rehusado constantemente pese a que esos procedimientos están incluidos en su legislación.

Las leyes de ese país nórdico establecen la obligatoriedad de llevar a cabo los procesos legales correspondientes para asegurar a las personas el menor tiempo posible en situación de incertidumbre, así como que la privación de libertad no dure más de lo debido. Esos dictados formales constituyen solo letra impresa en el caso Assange.

En reiteradas ocasiones, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha insistido en que la solución de ese asunto está en manos de los suecos, los británicos y en general, los europeos, pues del lado ecuatoriano se han puesto sobre la mesa todas las facilidades posibles para normalizar su situación.

La víspera, el mandatario denunció la actuación de la gran prensa mundial frente al asunto, al demandar en su cuenta de la red social Twitter: "¿Dónde está prensa 'libre e independiente'? ¿Qué pasaría si esto se diera en Ecuador?".

De esa forma hizo referencia al alejamiento de grandes medios de comunicación con respecto al conflicto, pese a que muchos de ellos llenaron titulares en su momento gracias a las revelaciones provistas por Wikileaks.

El estado de Assange, dos años después, no ha cambiado, y es la consecuencia de mostrar al mundo verdades ocultas e incómodas para los grandes poderes del planeta.

Mientras, una suerte similar corren otros que transitaron ese camino: Edward Snowden asilado en Rusia y también perseguido por sus revelaciones, y el soldado norteamericano Chelsea Manning preso por haber facilitado las informaciones a Wikileaks.

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