CAMAGÜEY.- Es 17 de mayo. Alguien felicita a un “guajiro” para que se moleste porque “le robaron su Día” y en algún medio de prensa un burócrata anda midiendo el espacio o los minutos para que no rivalicen las dos conmemoraciones. Aunque haya quien siga juzgándola una coincidencia innecesaria, hoy festejamos en Cuba el Día del Campesinado Cubano y el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.

La primera y más antigua de estas celebraciones responde a que en similar fecha del año 1959 el Líder de la Revolución Cubana rubricó la Primera Ley de Reforma Agraria para poner la tierra en manos de sus verdaderos dueños: los obreros agrícolas. Fue la más trascendental de las legislaciones que el nuevo Gobierno tomó en la primera etapa, y una genuina muestra de lo que prometía el entonces naciente socialismo cubano.

Las actuales familias del campo continúan levantándose bien temprano y labrando en el surco, y bajo un candente Sol el sustento de la casa. Mas ahora no hay latifundistas que hurten el fruto de su esfuerzo, les impidan el esparcimiento o les hayan impedido instruirse primero.

Nadie puede robarles —y nadie lo pretende— el derecho a festejar en grande un aniversario de aquella medida que tanto significó para ellos. La firma de aquel documento en la Sierra Maestra hizo de ese uno de los días más justos de nuestro pasado, y si bien el sector se plantea cada vez retos más ambiciosos, consciente de su papel, se sabe protegido, privilegiado y respetado como merece.

Treinta y un años después de esa fecha un suceso de connotación internacional la perpetuó para otros grupos que también han sido históricamente minimizados: la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud decidió excluir la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.

Se acabó entonces el pretexto de que preferir a alguien del mismo sexo delataba un padecimiento, y a las lesbianas y los gays se les empezaron a abrir, muy lentamente, a veces con mucho ruido, puertas que antes habían hallado cerradas.

Y aunque queda un largo trecho por recorrer en el camino hacia una sociedad inclusiva, donde se aplauda la capacidad de querer, y más, el derecho de ser, el 17 de mayo tiene aquí otro motivo de festejo, otra causa por la que continuar haciendo revolución.

Por esa razón la doctora Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Salud Sexual, alabó tanto en la Octava Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, la iniciativa tunera de contemplar, entre sus actividades como sede, un guateque campesino por la diversidad. “Es una fecha de justicia social”, insistió aquella vez, y habló de esos dos pasos que, dos 17 de mayo, la humanidad dio en bien de los suyos.

Como ella, como la institución que representa, como las tantas personas que hoy comparten en las redes sociales fotos de campesinos y de personas de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales,trans e intersexuales), sueño con el momento en que todos comprendamos que ambas conmemoraciones no son contradictorias, sino que tienen en común la aspiración de valorar al ser humano independientemente de sus individualidades, la intención de equiparar derechos.

En Cuba dos grandes razones sustentan que se celebre en grande una fecha que es, por feliz casualidad, la expresión de justicia social a la que aspira nuestro sistema.

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