Cuatro meses atrás  Europa Press reportó que el Viejo Continente y el Caimán Verde esperaban pactar "una hoja de ruta" para sus negociaciones, y destacó palabras del director para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior, Christian Leffler, quien manifestó entonces que el propósito de las negociaciones con la Mayor de las Antillas "no es cambiar fundamentalmente nuestra política hacia Cuba" cuyos objetivos se conocen "desde hace tiempo".

En consecuencia, es natural que Martin Palous, ex embajador de la República Checa en los Estados Unidos y actual director de la Iniciativa "Vaclav Havel" para los Derechos Humanos y la Diplomacia de la Universidad Internacional de la Florida, le haya expresado a El Nuevo Herald que "Las negociaciones entre la Unión Europea y Cuba son una oportunidad".

En este orden de pensamiento, corresponde despejar que el nuevo acuerdo que proyectan La Habana y Bruselas debe conducir a la sustitución de la denominada "Posición Común" (documento firmado por los países miembros de la UE en 1996 para condicionar la cooperación europea con la Isla a un avance en política —entiéndase, desmontaje del Socialismo en Cuba), una actitud que los actores de la Unión de marras están obligados a ¿modificar? ante el fracaso de sus presiones frente a nuestra nación.

No obstante, es interesante atender a comentarios que Mr. Palous compartió con el vocero de la extrema derecha de origen cubano radicada en la Florida, para entender mejor de qué estamos hablando.

Por ejemplo, ese ciudadano checo y ferviente servidor de las actividades contra nuestra Revolución señaló que "si Cuba quiere ser percibida como un país normal, debe estar listo para aceptar una argumentación normal de lo que se entiende por sociedad civil y eso incluye a agrupaciones independientes no estatales. La cuestión es cómo incluimos esto dentro de las negociaciones".

Además, según El Herald, hay otros detalles que no debemos obviar: uno, el susodicho acotó que los gobiernos de los países europeos tienen sus propios canales de comunicación con los ¿disidentes? cubanos, "especialmente ahora, que pueden viajar"; dos, se trata de la misma persona que tiene estrechos vínculos con la Plataforma Internacional para los Derechos Humanos en Cuba, de la que es asesor el mercenario Elizardo Sánchez.

Por un lado, no hay dudas de que el perfeccionamiento de nuestro Socialismo al calor de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido Comunista y la Revolución —particularmente el trabajo a favor de la Inversión Extranjera— deviene incentivo para Europa de cara a la contradicción UE-USA ante la actual coyuntura económica en la Isla. Pero, por otra parte, insisto en que sería craso error pensar que desde la ¿culta? Europa vendría toda la buena voluntad del mundo hacia nuestra Patria en la etapa de las relaciones bilaterales que se avecina.

Por tanto, subrayo que los nexos que se vislumbran entre La Habana-Bruselas han de asumirse entre el aplauso moderado por el hecho de constituir vínculos relativamente civilizados entre ambas partes —aparentemente, emerge el acatamiento al sistema económico-social e ideo-político que edificamos en el archipiélago nacional— y la sospecha perenne acerca de la disposición del Viejo Continente de complementar las acciones del Águila Imperial respecto a nuestro Caimán Verde o sea, la renuncia a no desaprovechar oportunidad alguna en la cual el Lobo Feroz actúe desde la apariencia de Caperucita Roja.

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