CAMAGÜEY.-A partir de este 5 de mayo la República Popular Democrática de Corea (RPDC) reajusta el uso horario de Pyongyang al de Seúl adelantando para ello 30 minutos a sus relojes, como previamente se había acordado durante la reunión de Kim Jong-un con su par Moon Jae–in en la aldea fronteriza de Panmunjom.

Aunque pudiera parecer un hecho sin trascendencia debemos recordar primero, que de las conversaciones entre ambos mandatarios este es el primer paso que se concreta en el proceso de reconciliación nacional y segundo, que la modificación de los usos horarios fue consecuencia de las tensiones que separaban en el 2015 a ambos países, situación que en las últimas semanas ha experimentado un cambio radical para bien de la península coreana y para todo el mundo en general.

Otra decisión importante a cargo del Presidente norcoreano, que fue quien primero tendió la mano en enero pasado cuando propuso asistir a las Olimpiadas de Invierno a celebrarse en Corea el Sur, con una delegación deportiva unificada, ha sido su anuncio de que cerrará el centro de ensayos nucleares de Punggye-ri, también en el mes de mayo, acción a la que invitará a expertos y periodistas como garantía de su transparencia y su renuncia al uso de la fuerza“para no repetir la triste guerra de Corea… debemos impedir que se repita el derramamiento de sangre”.

Después de este primer acercamiento deportivo entre las dos Coreas sobrevino la cumbre entre los mandatarios Kim Jong-un y Moon Jaen-in, escenario inicial en el que aparecen ambos estrechándose las manos en la línea divisoria que los separa, para luego entablar las conversaciones dirigidas a solucionar el diferendo que los ha mantenido en conflicto durante más de 60 años, que además de los acuerdos alcanzados, terminó con la siembra de un pino en la frontera artificial, como prueba simbólica de la buena voluntad que los anima en el camino de la reconciliación nacional.

Es necesario reconocer que las iniciativas de Kim Jong-in han encontrado oídos receptivos en Moon Jae-in, presidente de Corea del Sur desde el 2016, quien ha demostrado en todo momento su disposición a conversar y defender una agenda de paz, a contrapelo de los gobiernos estadounidenses desde el expresidente Barack Obama, que contribuya a la reunificación del pueblo coreano. De su puño y letra estampó en el libro de huéspedes de la Casa de la Paz donde se celebró la Cumbre: “Una nueva historia comienza ahora. Una era de paz desde el punto de partida de la historia”.

Ambos mandatarios se comprometieron a hacer los mayores esfuerzos para que no fracasen los acuerdos suscritos, entre ellos finalizar las actividades hostiles en la zona desmilitarizada y cesar las trasmisiones de propaganda guerrerista, organizar una reunión de las familias que quedaron separadas por la guerra, conectar y modernizar las vías de ferrocarril y carreteras entre el norte y el sur, continuar la participación conjunta en los juegos deportivos, incluidos los Juegos Olímpicos de Asia a desarrollarse este año.

Es incuestionable que los propósitos de que para el 2020 la península coreana quede desnuclearizada, llena de esperanzas de que el peligro de una confrontación en la región se reduzca al mínimo si este objetivo se logra y los vecinos como China y Japón puedan respirar con más tranquilidad, además de todo el universo.

 En paralelo, recordando la retórica belicista del presidente Donald Trump contra Corea del Norte desde su agresivo discurso en las Naciones Unidas en el que amenazó con borrar de la faz de la tierra a esa nación, hasta nuestros días en que ha aceptado la propuesta de Kim Jong-in de celebrar una reunión para encontrar mediante el diálogo los caminos de la paz, que nunca han convenido a los intereses de los Estados Unidos en el área, cabría preguntarse, como lo haría una popular y versátil artista cubana, ante situación similar : “¡y ahora, cómo quedo yo!”.