CAMAGÜEY.- En Cuba se le decía americanos  solo a los estadounidenses hasta que la Revolución martiana de Fidel  demostró  que ese gentilicio también incluye a los habitantes del sur:  latinoamericanos y caribeños que poblamos este Continente.

Antes de 1959 y muchos años después, bisabuelos y abuelos que hoy llegan a la longevidad con una mejor calidad de vida que antes, solían invitarse a tomar y comer  algo, con una frase algo egoísta: “...Pero,  a la americana  caballeros “, que en esencia no era otra cosa que cada quien pagaba su consumo…

El más reciente discurso del presidente Donald Trump, a la americana,  retrotrajo de los malos recuerdos aquella referencia individualista que, por suerte, borramos de mentes y acciones de las siguientes  generaciones de cubanos hasta el día de hoy, a los que toca enfrentar las nuevas amenazas y presiones del bloqueo impuesto a la Isla por los Estados Unidos.

Los “increíbles” avances del inquilino de la Casa Blanca durante su primer impopular mandato de Gobierno no se lo creen ni los mismísimos republicanos que lo aplaudieron de forma delirante cuando el pragmático presidente refería la casi exterminación por parte de las fuerzas armadas de ese país de los terroristas y a los de Al Qaeda que USA y  sus aliados armaron y apoyaron contra Libia, Siria, Irán, Irak… y otros pueblos del Oriente Medio no simpatizantes de los “americanos”.

Eufóricos, los “seguidores” de Trump batieron palmas ante el anuncio de medidas agresivas contra Rusia, China, Corea del Norte...Venezuela y Cuba, pretextos para pedirles al Congreso y a los contribuyentes estadounidenses más dinero para “modernizar” el armamento nuclear y mantener las bases norteamericanas en todo el mundo y, por supuesto, la de Guantánamo, en territorio cubano ocupado contra nuestra voluntad,  donde llevan y torturan presos de diferentes nacionalidades sin oportunidad de alguna defensa legal, en franca violación de los cacareados Derechos Humanos.

Con ovaciones “aprobaron” también las amenazas financieras de Trump contra los pueblos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que no respaldan su absurda proposición de radicar la capital de Israel en Jerusalén, o fabricar el muro más caro e inexpugnable de la historia del apartheid para prohibir la inmigración de los campesinos  mexicanos que tradicionalmente constituían la mano de obra barata preferencial empleada en las cosechas agrícolas de los Estados Unidos.

Y por encima del cambio climático y los tratados comerciales en veremos, Trump impone el proteccionismo de las ricas empresas porque, según expresó ante las dos cámaras del Congreso: “Este es nuestro nuevo momento estadounidense. Nunca ha habido un mejor momento para comenzar a vivir el sueño estadounidense… Trump afirmó que la era en la que Estados Unidos quedaba “sometido” económicamente por otros países acabó, y que trabajará para “arreglar malos acuerdos comerciales y negociar otros nuevos”.

Como colofón de su enrevesado discurso de cosas, el multimillonario Mandatario del país más poderoso del mundo lanzó una exhortación  a sus “iguales”: ...“Esta noche, sin importar dónde has estado o de dónde vienes, este es tu momento. Si trabajas duro, si crees en ti mismo, si crees en Estados Unidos, entonces puedes lograr cualquier cosa, puedes ser cualquier cosa y, juntos, podemos lograr cualquier cosa”.