CAMAGÜEY.- Un vecino de altas luces naturales, me espetó a “bocajarro”:  “...después de Trump, cualquier loco en los Estados Unidos puede ser presidente ...” A lo que añadí: pero tiene que ser  rico o multimillonario.

La expresión, nada descabellada, se sustentaba en las últimas barbaridades del mandatario que no desbordan copas ni cántaros porque  otras precedentes las superan como construir un muro carísimo para aislar y deportar a los inmigrantes del vecino México y que lo paguen los propios mexicanos, salir del bloque universal de países que luchan para disminuir los efectos del cambio climáticos, apoyar el terrorismo en el medio Oriente para la destrucción de sus pueblos y licitar empresas USA que las reconstruyan o bajarle los impuestos a los empresarios ricos para que crezca más aún la pobreza extrema en el poderoso país norteño.

Ya ese embate doméstico se evidencia en que la clase media en Estados Unidos se reduce a nivel nacional, con pérdida de espacios en la mayoría de las áreas metropolitanas estadounidenses, mientras en todas las esferas económicas domésticas disminuyen los ingresos medios.

Y en el plano internacional cuando la izquierda revolucionaria lucha por globalizar la solidaridad, el diálogo y el entendimiento pacífico, Donald Trump defiende la proyección de derecha de renegociar los tratados de la globalización neoliberal mediante amenazas y presiones hasta a sus propios aliados, en franca prepotencia imperial de competitividad.

No sé si sus últimas declaraciones cuando afirmó categóricamente a los periodistas de Estados Unidos en Miami que él no era racista, sucedió antes o depués de ingerir alguna bebida o sustancia “olvidadiza”. Lo cierto es que el presidente del país más rico del  planeta en una reunión efectuada en la Casa Blanca sobre el programa migratorio conocido como DACA , ofendió con palabras  vulgares de odio y desprecio a los pueblos haitiano , salvadoreño, africano y de otros continentes.

¿Cuál es la diferencia entre racismo y xenofobia?

Donald Trump es xenófobo, rechaza  y desprecia a las personas extranjeras que no sean  ciudadanos estadounidenses “emprendedores” , y el racismo que ahora  niega practicar, lo persigue cual una sombra en ese  odio despectivo y agresión contra negros y asiáticos, ideologías preferidas del  “desbocado” mandatario USA.