CAMAGÜEY.- Por estos días, como se hace en muchos lugares del mundo, los padres buscan qué regalarle a los niños por el Día de Reyes, ya sea para colocarlo en el arbolito o, a la versión cubana, debajo de la cama. Mi abuela me cuenta de su época, cuando le preguntaba a su padre el porqué los reyes les traían juguetes, y a otros niños, no. Le respondía: “Yo amarro a Milor —el perro de la familia— y ellos no”. Menuda manera de esconder las diferencias sociales.

Dentro de poco se tendrá que inventar historias parecidas a la del perrito, porque hasta los mismísimos Melchor, Gaspar y Baltasar quedarían azorados con los precios de los juguetes en las Tiendas Recaudadoras de Divisa, sin muchas otras opciones. Magos y reyes tienen que ser los padres para llegarle a lo que está hoy a la venta, con un precio promedio superior a los ocho CUC.

La respuesta a esos precios la dio, hace siete meses, Julio Vázquez Martínez, director de Ventas de Cimex a Juventud Rebelde: “Hoy Cimex no apuesta por los llamados juguetes de Todo por un precio, especialmente los de un CUC, por su baja calidad. Está dirigiendo las compras a artículos de más variedad y durabilidad, aunque cuesten un poco más”. Al parecer esa política de importación olvida que el salario medio en Cuba es de 500 pesos y se hace en extremo complicado abonar el 40 % o más para comprar un juguete; deberían ofertarse, el año entero, tanto el caro como el de un dólar, porque con lo que se adquiere uno de los actuales, antes se compraban diez.

Por el bien de los infantes y las familias del futuro, urge un mercado de juguetes con una mejor factura, que sean más sencillos y estén al alcance de los salarios. Una suiza, un trompo, una pelota, un juego de yaquis no requieren de inversiones millonarias, e incluso hasta pudieran producirse en Cuba.

En una investigación realizada por la Comisión de Atención a la Niñez, la Adolescencia y la Juventud del Parlamento cubano trascendió que la red de tiendas basa sus importaciones en productos que no estimulen la violencia, el amor al dinero, las diferencias raciales y que no representen la sociedad de consumo. Sería bueno preguntar a quienes deciden lo que se importa: qué valores reproducen los súper héroes de la Marvel como Hulk, ahora mismo a la venta en las tiendas cubanas, o las Barbies, casi siempre vestidas de manera extravagante y con una personalidad muy superficial.

No todos pueden ser los ídolos de la gran industria del entertainment, sería muy interesante que compitieran en igualdad de condiciones en los estantes de las tiendas Elpidio y Palmiche, Cacharro y Chuncha, el Capitán Plin, Guaso y Carburo, Cecilín y Coti, Dany y el club de los verracos, entre otros que reproduzcan nuestros valores y no los antivalores del consumo, con un referente cultural cercano a lo nuestro. Obviamente se necesita que haya un respaldo entre la producción de animados y la de juguetes, de lo contrario sería por gusto.

Cuán caro sería producir en la Isla, con buena calidad, módulos para jugar a las casitas, máxime si sabemos la importancia para ambos sexos los juegos de roles en las primeras edades de vida.

No por gusto la psicología resalta cómo el juego en general, y en particular el de roles, contribuye al bienestar emocional del niño, no solo por el regocijo que le proporciona participar con sus compañeros en una actividad en la que ellos mismos pueden crear múltiples situaciones, sino también porque cuando asumen un rol y se insertan en esas situaciones imaginarias, van descubriendo el mundo de los adultos, satisfacen la necesidad de ser como ellos y de actuar con los objetos que aún no les son asequibles.

Algunos aprovechan para sacarle provecho a la situación. Foto: Otilio Rivero Delgado/ AdelanteAlgunos aprovechan para sacarle provecho a la situación. Foto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante

Hoy no tenemos una industria para la elaboración de esos productos, pero en los catres están, porque los particulares los fabrican, a lo mejor no con toda la terminación ni las medidas de seguridad, pero se hacen, y hasta hay Cooperativas No Agropecuarias, como la matancera Decorarte con el proyecto Gabi & Sofi que apuesta a este mercado.

No obstante es necesario, a nivel estatal, reanimar a mediano plazo la industria de juguetes en Cuba, lo que traería un favorable abaratamiento de los precios; sin embargo, esta cuestión no se tuvo en cuenta en el Plan de Desarrollo hasta el 2030, y aquí, por muy simple que parezca, nos estamos jugando no solo incentivar el crecimiento poblacional, sino la educación en valores de nuestros niños. Es difícil que alguien pretenda tener más de dos hijos si piensa que un día como hoy tendrá que comprar tres juguetes que por lo menos les saldrán en más de 20 dólares.

Mientras esto llega los juguetes se siguen importando y se comercializan en pesos convertibles con precios solo compatibles con quienes tienen otra entrada más allá de su salario, no satisfacen el gusto infantil y mucho menos la necesaria función educativa que debieran tener. Esos padres seguirán siendo magos, y nuestros príncipes de hoy, reyes del mañana, continuarán “sin fortuna”.