En la historia que cuenta un influyente periódico como The Washington Post, "Bob" aparece como hospedado durante sus vacaciones en la mansión de un oftalmólogo dominicano millonario llamado Salomón Melgen, ocasión en la que se afirma realizó la fechoría por la cual está siendo sometido a investigación.

Resulta que este Melgen, por el cual Menéndez intercedió con las autoridades caribeñas para que cumpliera un contrato con una empresa portuaria de su propiedad en ese país, es el mismo que ya se vio envuelto en un fraude de unos 8.9 millones de dólares, que según la denuncia responden a cargos indebidos al Medicare por esa cifra, a cuenta de servicios oftálmicos que nunca realizó.

En estas circunstancias, como ya lo había hecho anteriormente ante las autoridades dominicanas en defensa de Melgen, "Bob" intercedió ante su gobierno para disputar los cargos que se le hacen a su amigo por el fraude a los servicios de salud, tanto es así, que el Departamento de Integridad Pública está investigando seriamente el asunto y considerando posibles imputaciones al Senador demócrata.

Como parte de la patraña urdida por este congresista, al vincular a Cuba con sus vergonzosos actos, su abogado defensor se ha encargado de declarar que la trama urdida contra Menéndez es para impedir su reelección como presidente del influyente Comité de Asuntos Exteriores del Senado.

Stephen Ryan, que así se llama el abogado, en el colmo del descaro dijo: " es realmente alarmante que un gobierno extranjero, cuya inteligencia es enemiga de los Estados Unidos, pueda tratar de influenciar en la política estadounidense para desacreditar a un funcionario elegido y que es un opositor al régimen cubano.

Desde luego que su filiación anticubana y su larga hoja de servicio a la mafia miamense es rica en acciones, así como el enjundioso pedigrí de fullero que le viene desde la época de alcalde corrupto de Unión City, ciudad de New Jersey donde inicio su carrera política.

"Bob" y su amigo Marcos Rubio, también senador e igualmente de origen cubano, no son pocas las escaramuzas que han librado en el Congreso norteamericano para impedir resoluciones y leyes que de alguna manera les eran favorables a Cuba, al igual que hicieron lobby ante países latinoamericanos para malograr el reconocimiento al Estado palestino en la ONU y ahora abanderados furibundos de sanciones contra Venezuela.

La posdata que le cuelga el Post en su editorial en el cual lo ridiculiza, no puede ser más elocuente: traficó con influencias, los ejemplos sobran, y degradó las normas éticas del Congreso.

Por nuestra parte, jamás nos haríamos el poco favor de inducir a ningún organismo a que tome medidas contra otras personas de una manera mentirosa y mucho menos contra Robert, que es ya un cadáver político dentro de las filas de su propio partido y del pueblo estadounidense, que lo repudia por su cínico y corrupto comportamiento.

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