CAMAGÜEY.- La advertencia hecha por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba acerca de las graves consecuencias que ocasionaría para la estabilidad y seguridad del Medio Oriente la declaración unilateral del presidente Donald Trump de Jerusalén como capital de Israel y su intención de trasladar aquí la embajada de los Estados Unidos, está siendo corroborada por estos días en esa volátil región.

Las protestas de los palestinos y la violenta represión de las tropas israelíes en los territorios ocupados marcan el derrotero de la decisión de Trump, violadora de la legalidad internacional y de todas las resoluciones del Consejo de Seguridad y las Naciones Unidas acerca del estatus de Jerusalén como Ciudad Sagrada sede de las religiones islámicas, católica y hebrea.

Hasta el momento, varias personas habían sido muertas por los soldados por disparos con municiones de guerra, mientras los heridos ascienden a más de 1 200, según informó el Ministerio de Salud de la Autoridad Nacional Palestina, la mayoría de ellos en la franja de Gaza, territorio sometido a un criminal bloqueo desde hace más de siete años por Israel.

A la ola de protestas desatada entre los palestinos por la decisión del Presidente estadounidenses se han unido las voces del mundo árabe, como la Organización de Cooperación Islámica y la Liga Árabe, cuya reunión de cancilleres celebrada en El Cairo, pidió a Trump que revoque su anuncio, al que calificó de ilegal y restringe los esfuerzos para lograr la paz, profundiza las tensiones, enciende la ira y amenaza con sumergir a toda la región en más caos.

En el mundo occidental se han dado muestras del rechazo a las pretensiones del Gobierno norteamericano acerca de trasladar su embajada de Tel Aviv para Jerusalén, entre ellas la de la Unión Europea y otros líderes mundiales, como el Papa Francisco, quien a la vez que solicitó evitar una espiral de violencia en la región, lamentó el dolor causado por los choques entre palestinos e israelíes y las pérdidas de vida.

Como se conoce, Jerusalén es el centro social, político, cultural, religioso y económico de los palestinos, y también es el corazón de miles de millones de creyentes de las religiones monoteístas islámica, católica y hebrea, y por lo tanto es el corazón del mundo árabe.

Su discutido estatus viene atravesando diversos estados desde 1948, como capital dividida entre israelíes y palestinos, como ciudad internacional declarada por la ONU y como consecuencia de la guerra de los seis días entre Israelíes y los árabes en 1967, Israel comenzó a ejercer el control de la ciudad, pero ningún gobierno hasta ahora la había reconocido como capital de los sionistas.

La decisión de Trump descalifica a los Estados Unidos como mediador entre israelíes y palestinos, título que se había agenciado a pesar de que todo el mundo estaba convencido de que siempre inclinó la balanza a favor de Tel Aviv, como lo demuestra el hecho de sus tibios rechazos a la ocupación colonizadora de los colonos israelíes de los territorios palestinos, y al propio tiempo desacredita la credibilidad de ese gobierno para cualquier gestión mediadora o negociadora internacionalmente.

La opinión pública internacional está convencida de que solo el establecimiento de los dos estados, Israel y Palestina, sería la solución del diferendo entre ambas naciones, y al propio tiempo el espacio necesario para definir de común acuerdo el status definitivo de Jerusalén.