CAMAGÜEY.- Lo de “apagón” golpista en Honduras le viene muy bien a los resultados que hasta ahora se avizoran en las elecciones presidenciales en ese país que comenzaron el 26 de septiembre y hasta esta fecha, aunque hay un supuesto ganador, el presidente saliente, Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no acaba de dar su veredicto final.

La dilación en dar los resultados finales obedece aparentemente a la impugnación de fraude que ha hecho la izquierda hondureña agrupada en el partido Alianza de Oposición contra la Dictadura, que llevó como candidato a Salvador Nasrralla, pero no son pocos los que apuntan que de lo que se trató fue de ganar tiempo para poder manipular las actas de votación, pues ya con el 70 % de los sufragios escrutados aparecía como ganador el aspirante opositor con cinco puntos de ventaja sobre el candidato oficialista.

Pero fue aquí cuando vino el “apagón” golpista e hizo de las suyas y desde que se cayó el sistema informático (alrededor de 10 horas) resulta que entraron 300 000 votos y el aspirante a la reelección, Juan Orlando Hernández, cuando se hizo la “luz”, apareció con 90 000 votos de ventaja sobre Nasrralla.

Se explica entonces la indignación popular de los hondureños que desde que se adelantaron los resultados electorales se han volcado a las calles, sobre todo en la capital, Tegucigalpa, y en las principales ciudades del país a protestar el burdo fraude orquestado por el oficialismo con la complicidad del TSE cuyo presidente, sospechosamente, fue designado por el mandatario Hernández.

Aunque dichas manifestaciones se han producido pacíficamente, el Gobierno, con la intención de crear el pánico, decretó el Estado de Excepción con la suspensión de las garantías constitucionales y la implantación del toque de queda a partir de las seis de la tarde, al tiempo que reprimió violentamente las protestas cuyas víctimas fatales se afirma ascienden a siete, mientras hay decenas de heridos y detenidos.

Se ha hecho notar, que ante este panorama de violencia contra la población y las evidentes irregularidades del proceso electoral, organizaciones tan celosas de la “democracia” como la OEA, representada en el país nada menos que por el expresidente boliviano Jorge Quiroga, optó porque este abandonara la misión de ese organismo y salirse del territorio hondureño, al igual que los observadores de la Unión Europea, con llamados a que se respeten los resultados, y del “campeón” de los derechos humanos, los Estados Unidos que no ha dicho siquiera esta “boca es mía”, pero que todo el mundo sabe que este es otro de los “golpes blandos” propugnados por ellos a proliferar en América Latina.

No hay que olvidar que en Honduras, el 28 de junio del 2009, se produjo el golpe de Estado contra Manuel Zelaya que hundió a la nación en sucesivos gobiernos neoliberales que solo trajeron a los hondureños niveles de pobreza de los más altos del continente, violencia y asesinatos contra los líderes sociales, corrupción, enfermedades y desnutrición infantil entre otros muchos males.

En medio de la tensa situación, el Tribunal Supremo Electoral decidió escrutar los votos en 1 031 mesas electorales mientras la oposición dice que ello no es suficiente y solicita que no menos de 5 000 sean sometidas a una auditoría y continúan llamando a no respetar el toque de queda que es inconstitucional y a continuar y aumentar las protestas en cada una de las comunidades del país para denunciar el fraude que se pretende consumar, violando groseramente la voluntad popular.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba a través de su vicecanciller Rogelio Sierra ha mostrado su preocupación por la situación creada en Honduras a raíz de las elecciones presidenciales y rechaza la represión contra las protestas populares, al tiempo que lamenta la pérdida de vidas humanas y demanda respeto al derecho de nuestros pueblos a la paz y al desarrollo en atención a la proclama de América latina y el Caribe como Zona de Paz.