CAMAGÜEY.- La marcha emprendida por Donald Trump en la Casa Blanca avanza contracorriente. Lleva pocos meses en el poder y acumula una despavorida posición de enfrentamiento a los más sagrados deseos de la humanidad de vivir en paz, con soberanía, igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, de acceso al trabajo, a la educación, la salud pública y a todos los espacios de la convivencia social.

En su desenfreno de agenciarse por la fuerza al mundo, calienta los tambores de la guerra en la península coreana, no firma los acuerdos sobre protección del medio ambiente, anuncia la salida de la Unesco, discrimina a los negros deportistas en su propia nación, amenaza a Venezuela con una agresión armada…, y dejo para último a Cuba.

La Mayor de las Antillas es blanco de su perversa política de bloqueo económico, comercial y financiero, dándole continuidad a las posiciones de fuerza de anteriores administraciones, tanto republicanas como demócratas.

A las puertas de la nueva votación en la ONU sobre el informe de Cuba respecto al bloqueo, señalada para el 1ro. de noviembre, es oportuno razonar desde la perspectiva económica la relación asimétrica Estados Unidos-Cuba, desde la mirada del investigador y subdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Doctor en Ciencias Ricardo Torres, y de otras fuentes consultadas.

En la opinión del experto hay factores de diversos tipos que pueden explicar por qué la política de bloqueo de Estados Unidos contra la nación cubana, mantenido durante más de 50 años —el más prolongado en el mundo—alcanza, incluso, de la misma manera, los planos ideológicos, así como funciona el sistema político de ese país.

“Desde el punto de vista ideológico, la posición de Cuba de abrazar las banderas del socialismo y del comunismo, como aliada de la Unión Soviética en una primera etapa, influye en sectores recalcitrantes como la extrema derecha, que no asumen la verdad histórica. Es como una respuesta de castigo al desafío que impuso Cuba, imposible de pensar por Estados Unidos y América Latina en el momento que triunfa la Revolución.

“Eso mismo tiene que ver con la posición que ha mantenido el sector más duro, más poderoso de la comunidad cubano-americana residente en Estados Unidos. Desde el punto de vista ideológico y emocional no son capaces de pasar la página de la historia, de que eso ocurrió hace mucho tiempo, que tuvo sus causas. Es hora de que ambos países puedan establecer relaciones de otro tipo. Sobre todo, de que esa comunidad en lugar de convertirse en un obstáculo, impulse el proceso de desarrollo y desempeñe un papel importante, desde el punto de vista político, en el Congreso de Estados Unidos”.

El joven académico se refiere al forcejeo más claro en el Congreso y en la rama ejecutiva durante la Administración de Obama.

“El ejecutivo puede ir por un lado, pero en definitiva el bloqueo como tal —hoy calificado como Ley en Estados Unidos— es una política que solo el Congreso por mayoría en ambas cámaras puede eliminar. Obama trató de introducir cambios a corto plazo, con el poder que tenía como presidente, pero no podía desmontar toda la maraña. Ha probado ser difícil históricamente. La razón económica es la más importante para entender el sustrato”.

Acerca del costo que tiene para Estados Unidos el bloqueo en el ámbito económico, dado el poder de la economía norteamericana y la posición que ocupa en el mundo, no supone un gran costo para ellos, según explica Ricardo Torres.

“La economía cubana es pequeña, y aunque crezca, va a ser pequeña en relación con la norteamericana, lo que supone en Cuba el impacto de creación de empleo potencial y de convenio bilateral. No son comparables con los grandes volúmenes de los vecinos de Estados Unidos: Canadá y México. Esto no quiere decir que no pueda haber un impacto positivo notable en Estados Unidos, ventajas puntuales como el de los viajes y la agricultura”.

Destaca que la comunidad de negocios y las grandes empresas del sector empresarial estadounidense, a pesar de que Cuba ha evolucionado de una manera particular, no han identificado grandes oportunidades de negocio que los movilice a modificar la postura política.

Según este economista, la posición de Cuba para sortear el bloqueo se inscribe en que hay oportunidades no existentes en momentos anteriores, de potencias que emergen, no son aliados naturales de Estados Unidos y manifiestan una posición más cercana a Cuba, a partir de las relaciones económicas y comerciales, como China, India, países de América Latina y del Medio Oriente. Por ello considera que Cuba debe aprovechar más las oportunidades, ser más proactiva con los aliados de Estados Unidos que, por determinadas razones, muestran interés en expandir sus potencialidades.

La realidad es que el archipiélago está obligado a incrementar las exportaciones para asegurar la relación: ingreso-egreso, y en criterio del subdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) ellas constituyen las fuentes más importantes de divisa en la mayoría de las economías, y Cuba no va a ser una excepción.

“Es la única manera sostenible, a largo plazo, para suavizar las restricciones tan fuertes de divisa que enfrenta la economía y que afecta a diario la vida del ciudadano cubano”.

Este es un tema complejo, expandir las exportaciones resulta una meta no lograble de manera inmediata, sino con una combinación de medidas en diversos ámbitos que vale explorar con toda seriedad, única fuente que a largo plazo permitirá sortear el problema.

Respecto al diferendo entre las dos naciones, el intelectual, investigador y filósofo cubano, Enrique Ubieta, en un artículo publicado en el tabloide Resumen Latinoamericano y del Tercer Mundo, en el número 148 de septiembre pasado, mantuvo que en este ámbito emergen intereses contrapuestos.

“El conflicto histórico de los Estados Unidos con Cuba, el que hoy todavía nos separa, nada tiene que ver con una diferente comprensión de los derechos humanos”.

En la publicación, editada por la Asociación Latinoamericana de Cultura Popular, bajo el título Las falacias en su centro, encarna la posición de resistencia de los cubanos, convertida en una filosofía invariable hasta la médula.

Ubieta apunta en otro momento: “Ya se sabe que el restablecimiento de relaciones diplomáticas es el primer paso, y que la normalización, tal como lo proyecta Cuba, implica la derogación absoluta del bloqueo económico, comercial y financiero, la devolución de la Base Naval de Guantánamo y el cese de las actividades subversivas en el país”.

La suerte de los que habitan en este archipiélago está echada. Cuba desafió a Estados Unidos y este se yergue como castigador, sin tener en cuenta que para nosotros no hay retroceso y sí la vigencia del pensamiento martiano: “…mientras que el que debe el bienestar a su trabajo, o ha ocupado su vida en crear y transformar fuerzas, y en emplear las propias, tiene el ojo alegre, la palabra pintoresca y profunda, las espaldas anchas, y la mano segura”.