CAMAGÜEY.- Cuando los países de la región latinoamericana-caribeña unen sus diversidades idiosincráticas frente a las desgracias de huracanes y sismos, Donald Trump escoge el peor escenario de las Naciones Unidas para amenazar con arreciar las medidas represivas imperiales a Cuba, Venezuela, Irán y Corea del Norte, si no se arrodillan a los pies de Estados Unidos.

Muy mal asesorado, el inquilino de la Casa Blanca desconoce o no quiere escarmentar en cabeza ajena que la receta “democrática made in USA” que pretende aplicar al pueblo venezolano, fracasó en esta Isla, precisamente por antipopular, como es el bloqueo económico, comercial y financiero, que pretendió aislar y asfixiar a los cubanos.

El llamado “embargo” se mantiene por 11 administraciones yanquis, aunque la de Barack Obama, comprendió lo absurdo de mantener esa política hostil derrotada, contra un pequeño país que no es enemigo de la primera potencia nuclear del mundo.

Trump, además de volver a los años tensos de la década del sesenta, pretende congraciarse con una minoría de retrógrados anti-cubanos de Miami e ignora que no son tiempos de cañoneras, garrote ni zanahorias y mucho menos de invasión, aunque intente darle boca a boca al Ku kux Klan, clonados en supremacistas blancos, y hasta persista construir el muro con los propios escombros del brutal terremoto que enluta al hermano pueblo mexicano.

En las Naciones Unidades rugió su arrogancia, cual predicar ejemplo en paños menores y trató de buscar consenso para respaldar absurdas pretensiones, mientras los huracanes Irma y María, dejaban muertes por doquier y, sin embargo, los Gobiernos “malos” de Cuba y Venezuela, compartían los bloqueados recursos con la población damnificada, incluida, la solidaridad con Puerto Rico, asociado a los Estados Unidos, que lo primero que envío tras la tragedia del huracán María, fueron efectivos armados del FBI “…para poner orden” en esa Isla cuyos habitantes carecen de agua, alimentos y electricidad...

En menos de cinco horas un avión de carga desde el centro de la nación más rica del orbe puede llegar con ayuda para los puertorriqueños, pero para Trump la democracia representativa es un negocio comercial tras el paso de los fenómenos naturales y, sobre todo, las guerras que provocan por el petróleo y las posiciones estratégicas.

A pocas horas de la advertencia del magnate de bienes raíces a Pyongyang, seis aviones USA y cuatro de Seúl sobrevolaron la península coreana.

El discurso del presidente de los Estados Unidos, para analistas, opositores de la Trump globalización, y partidarios, ha tenido disímiles calificativos: oscuro, desolado e insólito en la historia de las Naciones Unidas, o “Asertivo y agresivo” para Nile Gardiner de la Heritage Foundation… y hasta de nacionalismo reaccionario, rancio y obsoleto, más de lo mismo.

Lástima que el multimillonario por su empecinamiento de destruir el acercamiento entre su pueblo y el de la Isla socialista, no pueda asomarse a la cotidianidad voluntariosa de los cubanos, que tras el paso destructor de Irma, cambiaron lágrimas por sudor para hacer resurgir de lo peor, sonrisas de solidaridad dentro y fuera de Cuba, sin miedo frente a las terroríficas palabras del mandamás ricachón a buen resguardo de sus “colegas” Irma, María, y el Sismo que devastó México, y que perdonen los mencionados fenómenos naturales por la insólita comparación.