CAMAGÜEY.- Generalmente estos detalles no salen por los medios de prensa, y mucho menos por los internacionales, esos que cacarean la libertad de expresión, pero que al final están presos dentro de su misma burbuja.

Hasta el momento yo había vivido los ciclones desde casa, tenía la referencia del sistema cubano de Defensa Civil, pero con Irma lo viví de una forma distinta, como todos mis colegas que aun bajo la fuerza de los vientos y aguaceros torrenciales buscaban la noticia y los medios para informársela al pueblo, algunos hasta amanecieron en sus puestos después de un día arduo de labor. Otros se marcharon a Santa Lucía, Nuevitas, Esmeralda para recibir a Irma.

Estar en el Consejo de Defensa Provincial en varias ocasiones permite ver con otros ojos, y de cerca, todo lo que se hace en esta pequeña Isla por su gente. Las máximas autoridades del territorio, ahora vestidas de verdeolivo, primero ultimaban detalles organizativos y la frase que más repetían era “lo principal es la vida”. Luego muchos fueron a dar donde, como diríamos coloquialmente, la cosa se puso fea; y por estos días de intenso trabajo hasta te los puedes topar, con una pala en la mano, acompañando a su pueblo en las labores de recuperación.

Algunos ministros y viceministros andan también, vestidos de campaña, acompañando, a pie de obra, a todo un país que se levanta una vez más, desafiando las poderosas fuerzas de la madre naturaleza.

Muy pocos imaginan el nivel de detalles y la forma en que se ocupan quienes tienen la misión de dirigirnos en estas situaciones, su preocupación va desde el bombeo de agua a la población, las condiciones de los centros de evacuación, incluyendo el menú de la comida que consumirían los más de 14 400 evacuados que fueron en Camagüey a los albergues, los días sin electricidad que lleva el pueblo, hasta cosas que pudieran parecer sencillas ante tanta destrucción como si le llegó el pan de la cuota al pueblo.

Todavía se sentían los vientos fuertes y ellos salieron a recorrer el norte camagüeyano. A evaluar los daños y a extenderle la mano solidaria a la gente con el mensaje de confianza en la Revolución, sí, esa que jamás abandona a nadie.

Y es que ellos son alumnos aventajados del gigante, de Fidel, quien en más de una ocasión desafió las fuerzas huracanadas y lo mismo estaba en Pinar del Río que en Guantánamo, por donde fuera a pasar el fenómeno; o “volviendo loco a Rubiera” con  tantas interrogantes. El mismo que ideó un sistema de Defensa Civil que se puso a prueba una vez más y fue capaz de evacuar a más de un 1 millón de cubanos que residían en zonas vulnerables ante la fuerza de Irma.

Muy diferente a lo que sucede en otros lugares del mundo donde los mandamás no salen de sus residencias y las primeras damas van a darle apoyo a los damnificados con vestuarios que superan los 250 000 dólares. Tampoco se preocupan por cosas elementales como si su gente tiene agua, comida, o un lugar donde esperar la tormenta.

Aquí las cosas son diferentes, la solidaridad se hace sentir a una categoría no descrita en la escala Saffir-Simpson, la muestra más real fueron los 110 000 camagüeyanos que se autoevacuaron en casas de amigos y familiares, hasta los vecinos que, con el viento soplando aún, salieron a arrebatarle a Irma las tejas de la señora que perdió el techo de su casa. Y qué decir de la marea naranja que solo tardó unas horas para llegar desde las provincias menos afectadas hasta acá, a fundirse hombro con hombro, levantando postes y cables, construyendo lo que se perdió.

Como dijo Raúl en su llamamiento al pueblo, la tarea ahora es recuperarnos lo antes posible. Sí General, lo haremos como usted pidió, con la fe en la victoria que nos caracteriza y la férrea voluntad que nos enseñó Fidel de no creer en imposibles, porque aunque esta no sea la cara visible de Irma, Cuba se levanta.