Esa institución, destinada a preservar el patrimonio material y espiritual de esta urbe, creó una amplia programación de ofertas orientadas al público, en lo fundamental a los niños, en siete de sus entidades. Para los jóvenes y los padres no es ninguna sorpresa cómo en ocasiones quedamos en medio del camino al no encontrar lugares atractivos o económicos; sin embargo, las opciones de “la Oficina” han devenido una alternativa confiable para las familias camagüeyanas.

Creo que muy poca sustancia quedaría en este trabajo si solo me remitiera a los temas del bolsillo y dejara a un lado los del corazón. De momento pienso en el curso El patrimonio a través del lente, en el cual fui testigo de cómo su profesor enseñó a sus alumnos a crecer en la fotografía y a perfilar su carácter. Otra experiencia positiva me llegó de los niños del taller A pintar la creación, quienes sintieron el arte en sus venas y conjugaron la diversión con el dibujo.

A mi parecer, ambos casos —y el resto de las actividades del programa— son ejemplos de cuánto puede hacerse por el esparcimiento sano de los más jóvenes, de insertarlos en ambientes que aporten o reafirmen conocimientos, de interactuar e intercambiar con sus compañeros, de sembrar la semilla de la duda, que es, en fin, la que transforma al hombre en un ser apto para cambiar, a su vez, su entorno.

Con el comienzo del curso escolar varios talleres de verano continuarán su accionar, lo que según Aymara Barrera Hernández, directora del centro de patrimonio cultural de la institución, supondrá un aumento de los asiduos a esos espacios. Aun con tales expectativas la Oficina tendrá como reto llenarlos, con nuevas y sugerentes ofertas culturales e incrementar las opciones para los adolescentes.

De las rutas del popular trencito urbano y los ómnibus quedaron también opiniones favorables entre los habitantes de Camagüey. En esos periplos los ciudadanos se convirtieron en partícipes de la historia provincial, vivieron de cerca la belleza de la zona Patrimonio de la Humanidad y no faltaron los momentos de disfrute en sitios recreativos.

Una de las demandas más solicitadas ha sido, precisamente, el mantener estos recorridos no solo en el período de vacaciones, sino como una opción habitual. Por la importancia que representa el saber de dónde venimos y quiénes somos, sería prudente sumar al “trencito” en el itinerario de toda aquella persona que desee satisfacer su interés por la historia, convertirlo en un medio eficaz para explorar nuestras raíces.

Sobre los mecanismos para mejorar los servicios a los camagüeyanos, “la Oficina” cuenta con el personal capacitado a su disposición. Dependerá del tiempo y de las decisiones acertadas que los ciudadanos continúen hablando, para bien, de sus obras.