CAMAGÜEY.- Las conductas agresivas invaden, cada día con más fuerza, nuestra sociedad, y ante la disyuntiva de cómo responder a tales manifestaciones, surge la interrogante:  ¿pagar con la misma moneda o conceder el beneficio de la bondad y el perdón?

Nos distingue, por nuestra naturaleza humana, la capacidad de pensar, amar, reflexionar, crear, interactuar con pares y otras especies, pero a veces esas cualidades son suplantadas por otras más violentas como el odio, el rencor, el egoísmo, y la soberbia.

Las personas que practican estas últimas siempre responden al mal recibido con instintos de venganza y agresividad, y procuran hacer daño a los demás, cuando muchas veces el pesar más grande cae sobre ellas con efecto bumerán.

Siempre recuerdo las palabras de José Martí, Apóstol de Cuba, cuando escribió a su hijo: “ Espantado de todo me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti \".

Si nuestro querido Pepe, como llamaban sus amigos al Héroe Nacional, nacido en esta isla suya y nuestra, nos legó palabras tan nobles, ¿por qué entonces no ser  dignos herederos de ese pensamiento?

Es cierto que en nuestro país, todavía hay muchas limitaciones de recursos materiales, y esos problemas agobian cotidianamente a cubanas y cubanos, pero a pesar de todo, no podemos perder el espíritu de esta nación, rebelde sí, y solidaria y generosa también.

Por eso debemos cultivar el amor, la alegría, la bondad, la paz en cada escenario posible, tanto en los centros donde se brindan servicios a la población, como en cualquier taller productivo.

Las relaciones humanas deben partir de la atención del uno hacia el otro, de saber escuchar, de comprender, de aprender; no de la ilusión  de que lo sabemos todo, porque como dijo el gran filósofo griego: Solo sé que no sé nada.

También la humildad es una virtud, para reconocer que todos somos seres humanos con las mismas necesidades espirituales, y me atrevo a decir que quizás más que las materiales.

Convivir en armonía, no anula la posibilidad de contradecir en alguna cuestión, significa que seamos capaces de encontrar juntos un camino común dentro de lo diverso, y para lograrlo debemos ofrecer constantemente la otra mejilla, porque de lo contrario y cito al líder indio Mahatma Ghandi: Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.

Debemos entonces superarnos siempre, más allá de los impulsos y la sinrazón, y descubrirnos y mostrarnos a los demás con el alma lúcida, como lo demandan las sociedades de hoy, inmersas en guerras y desastres naturales, estimulados muchas veces por conductas como el odio, el egoísmo, y la soberbia, poniendo en riesgo la propia existencia humana.