Durante una reunión de madrugada en el Kremlin con el presidente Vladimir Putin, el jefe de los servicios secretos rusos (FSB), Alexandre Bortnikov, calificó de “atentado” la caída del avión en la península egipcia del Sinaí, en el que murieron 224 personas. “Durante el vuelo, se activó un artefacto explosivo artesanal de una potencia equivalente a 1 kilo de TNT”, según Bortnikov.

“En consecuencia, el avión se desintegró en el aire, lo que explica por qué había partes del fuselaje en un radio muy amplio”, añadió el jefe del FSB, que prometió una recompensa de 50 millones de dólares a quién ayude a “identificar a los terroristas”.

El atentado fue reivindicado enseguida por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), pero hasta ahora Rusia había puesto en duda la tesis del atentado, que sí apoyaban EEUU y Reino Unido.

Tras la confirmación de sus servicios secretos, Putin prometió encontrar a los culpables.

“No vamos a secar nuestras lágrimas. Esto nos marcará para siempre. Pero esto no nos impedirá encontrar y castigar a los criminales”, dijo.

“Tenemos que hacerlo rápido, identificarlos (…) Vamos a encontrarlos en cualquier lugar del planeta y les castigaremos”, afirmó.

“La acción militar de nuestra aviación en Siria no sólo tiene que continuar, sino que hay que intensificarla para que los criminales se den cuenta de que el castigo es inevitable”, afirmó.

El accidente del Airbus A321 de la compañía rusa Metrojet que iba de Sharm el Sheij, una localidad muy turística de la península egipcia del Sinaí, en dirección a San Peterbusrgo, es la peor catástrofe aérea de la historia del país y el peor atentado contra rusos en los últimos diez años.

Tras el atentado, Rusia suspendió todos los vuelos hacia Egipto y prohibió a la compañía egipcia Egypt Air volar a Rusia. Además evacuó a 80 000 turistas que todavía estaban en el país.

El anuncio del Kremlin se produce cuatro días después de los atentados de París, también reivindicados por el EI, que dejaron 129 muertos y más de 350 heridos.

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