La Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense pinchó las comunicaciones de Jacques Chirac, Nicolás Sarkozy y François Holande, así como de sus cercanos colaboradores, acorde con la información divulgada.

Al término de un consejo de defensa convocado por Hollande, el Palacio del Elíseo calificó de inaceptable el supuesto espionaje y remarcó que esta nación europea no tolerará ningún acto que cuestione su seguridad y la protección de sus intereses.

Los compromisos de Washington deben ser estrictamente respetados, apuntó en referencia a la visita del jefe de Estado galo a la nación norteña en febrero de 2014, durante la cual Barack Obama se comprometió a que se acabarían las escuchas indiscriminadas a los países aliados.

Durante una conversación telefónica sostenida la víspera, Obama reiteró a Hollande su compromiso de acabar con la práctica de espionaje que "pudo haber en el pasado y que eran inaceptables entre aliados".

Quizás las palabras del primer ministro Manuel Valls pudieran parecer entre las más duras de las pronunciadas, cuando subrayó ante la Asamblea Nacional que se trata de prácticas muy graves y que constituyen una violación del espíritu de confianza.

El canciller Laurent Fabius convocó a la embajadora estadounidense en este país, Jane Hartley, para tratar el tema.

Durante la conversación, Fabius exigió a Hartley respuestas rápidas sobre si las prácticas de espionaje de su país a altos responsables galos ya han terminado. Hace apenas dos años hubo otra convocatoria de ese tipo a raíz de revelaciones sobre el espionaje de Estados Unidos en Europa.

Lo divulgado provocó críticas especialmente de legisladores y políticos de diferentes partidos, quienes exigieron a Hollande que responda con fuerza.

Uno de los que más lejos llegó en sus pronunciamientos fue el cofundador del Frente de Izquierdas, Jean-Luc Mélenchon, al demandar el cese de las negociaciones sobre el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y la nación norteña.

Sin embargo, más allá de lo inaceptable e intolerable, sobre todo porque París es uno de los territorios más "cercanos" a Washington en lo que denomina lucha contra el terrorismo, pocos resultaron sorprendidos.

Y es que como reza el refrán, el señalado tiene cola que le pisa y de qué manera. Varias informaciones sobre el tema se divulgaron en los últimos meses. En algunos casos las víctimas son consideradas "aliadas" de Washington.

La Fiscalía Pública de Alemania cerró recientemente por falta de pruebas una investigación de un año sobre supuestas escuchas al teléfono celular de la canciller Ángela Merkel por parte de espías estadounidenses.

Esa Oficina subrayó que no había hallado evidencia que respaldara las acusaciones del excontratista de la NSA Edward Snowden sobre intervención al teléfono de Merkel. Sin embargo, el tema generó fricciones diplomáticas entre Berlín y Washington.

A pocas horas de las nuevas revelaciones, expertos avizoran un período de tensión diplomática y de cierto distanciamiento entre ambas partes, que luego pasará.

La Federación Internacional de Derechos Humanos reclamó la apertura de una investigación judicial en Francia sobre el espionaje llevado a cabo por Estados Unidos, un procedimiento también solicitado tras los descubrimientos de 2013, pero no escuchado.

En la misma línea se pronunció el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, quien llamó a París a reaccionar, a la vez que abogó por una investigación parlamentaria y un procedimiento judicial.

Por su parte, la Casa Blanca negó haber interceptado las comunicaciones de Hollande.

Entretanto, se anticipa que lo revelado es solo una parte de la actividad de espionaje de la NSA a dirigentes galos.

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