Transcurría 1970 cuando geólogos cubanos y búlgaros descubrieron en Tasajeras, actual provincia de Villa Clara, el primer yacimiento de zeolitas naturales localizado en nuestro archipiélago.

Poco tiempo después, cinco instituciones científicas co­menzaron a trabajar en la caracterización de las propiedades físicas y químicas del citado mineral, con el propósito de evaluar sus posibles aplicaciones.

Ellas fueron el Instituto de Ciencia Animal, el Centro de In­ves­tigaciones Geológicas, el Centro Nacional de In­vesti­ga­cio­nes Científicas, el Centro de Investigaciones y Proyectos para la Industria Minero-Metalúrgica y el Centro de Inves­tiga­ciones Químicas.

Los resultados pusieron de manifiesto las ventajas de emplear las zeolitas naturales en el mejoramiento de la calidad de los suelos, alimentación animal, en la formulación de fertilizantes, como aditivo al cemento Portland, tratamiento de residuales y en forma de sustrato para el cultivo de plantas ornamentales, frutales y vegetales.

Ya en 1987 los sustratos Nerea son introducidos en canteros aledaños a los círculos infantiles (los denominados zeopónicos) a fin de incrementar la oferta de vegetales en la dieta de los niños.

Un año más tarde la máxima dirección del país orientó crear la industria extractiva y procesadora del mineral, e impulsar los posibles usos de este en la agricultura, construcción, medicina y otras esferas, dando lugar al surgimiento del Programa de Desarrollo de Zeolitas Naturales en Cuba.

Por esa época llegaron a crearse más de 30 grupos multidisciplinarios encargados de desarrollar nuevas tecnologías y productos a partir de lo que comenzó a llamarse públicamente “el mineral del siglo”, mientras la capacidad productiva instalada en los cuatro yacimientos en explotación (Jaruco,

Tasajeras, Najasa y San Andrés) alcanzó las 600 000 toneladas anuales a principios de la década del 90 de la anterior centuria.

Sin embargo, al adentrarse la nación en el periodo especial los niveles de extracción disminuyeron de manera considerable, lo cual junto a la baja calidad del mineral recolectado, frenó la marcha de muchos proyectos que mostraban aportes plenamente comprobados.

Como resalta el doctor en Ciencias Físicas Gerardo Ro­drí­guez Fuentes, investigador titular del Instituto de Ciencia y Tec­nología de Materiales (IMRE), de la Universidad de La Habana, y uno de los especialistas cubanos de mayor experiencia en los estudios sobre las zeolitas naturales, lo más lamentable radicó en la no utilización de un grupo de resultados científicos que cayeron en el más absurdo olvido.

Mencionó el ejemplo de las tabletas antidiarreicas Enterex, primer medicamento basado en zeolita natural registrado en Cuba y el mundo en 1995, cuyo desarrollo estuvo a cargo del IMRE en estrecha colaboración con el Instituto de Farmacia y Alimentos de la propia casa de altos estudios, y el Instituto de Gastroenterología del Ministerio de Salud Pública.

Pese a sus comprobados efectos beneficiosos en el control de las diarreas y los síntomas que la acompañan, sin apenas ocasionar reacciones adversas, el fármaco dejó de fabricarse alrededor de 1999 y nunca explicaron las razones que condujeron a su desaparición, resaltó el doctor Rodríguez Fuentes.

También citó el caso de los fertilizantes zeolíticos mezclados capaces de incrementar los rendimientos del maíz, frijoles, tomate, caña de azúcar, papa y plantas aromáticas, y que hoy se producen en cantidades muy bajas en el país. Sin embargo, la tecnología de fabricación fue transferida a México, donde varios institutos de investigación avalaron la eficacia de los abonos elaborados a través de ese proceder.

MUCHO POR RESCATAR

En opinión del investigador del IMRE, la principal desventaja de las zeolitas naturales radica en la dificultad para obtener grandes volúmenes del mineral que mantengan las propiedades físicas y químicas homogéneas.

Lo anterior lo llevó a trabajar durante más de 30 años en la denominada ingeniería de zeolitas naturales, tema que le valió para defender de manera exitosa su segundo doctorado en el pasado mes de julio.

Según precisó a Granma el profesor Gerardo Rodríguez, la novedad de la tesis consistió en crear un grupo de procedimientos empleando los minerales

zeolíticos como materia prima básica, mediante los cuales estos pueden ser enriquecidos, modificados y transformados, dando lugar a la obtención de un nuevo material con propiedades diferentes y adecuadas al fin determinado que se le quiera dar.

Ello posibilitó obtener una gama de novedosos renglones con alto valor agregado que incluyen eliminadores de metales tóxicos en aguas residuales industriales, aditivos de la alimentación animal, medicamentos y microbicidas de amplio espectro.

De acuerdo con lo expresado por el especialista, la ingeniería de zeolitas naturales favorece el desarrollo de la industria del mineral desde una perspectiva diferente, pues fundamenta su crecimiento en base a los valores incorporados a los productos, y no de los volúmenes totales a fabricar.

Tal premisa, aseveró, la hará evolucionar de manera gradual hacia niveles de competitividad bien elevados en correspondencia con un mercado cada vez más exigente, lo cual requiere establecer rigurosos parámetros de calidad no vistos antes en la industria de zeolitas naturales en el país.

Vale resaltar que el laboratorio de ingeniería de zeolitas del IMRE no solo diseña y obtiene nuevos materiales zeolíticos mejorados, sino que los fabrica, controla la calidad, crea el mercado, los comercializa y transfiere la tecnología para la producción nacional y en otras naciones, cerrando el ciclo investigación-desarrollo e innovación.

Dicha labor ha contado con el apoyo de la Oficina de Trans­ferencias de Resultados de la Investigación de la UH, encargada de asumir la tramitación de los contratos con empresas cu­banas y foráneas.

Además del Instituto de Ciencia y Tecnología de Ma­teriales, en la actualidad otras entidades  mantienen distintas líneas in­vestigativas vinculadas al tema de las zeolitas, como son los casos del Instituto de Ciencia Animal, el Centro Téc­nico de Desarrollo de Materiales de la Construcción, el Ins­tituto de Biotecnología de las Plantas, de la Universidad Central Marta Abreu, de Villa Clara, y el Centro de Inves­tigaciones y Pro­yectos para la Industria Minero-Metalúrgica.

Existe entonces un potencial de conocimientos y resultados que urge rescatar y ponerlo al servicio del progreso de la economía nacional. Lograr una comunicación efectiva entre el sector empresarial y las universidades mucho puede aportar en ese empeño.


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