La Habana, 24 nov (ACN) Aún cuando en Cuba la producción agropecuaria no satisface la demanda y son varios los renglones de esta esfera que se importan, el país desarrolla programas que contribuyen a la alimentación de la población, como el plan de autoabastecimiento municipal.

Dicha estrategia consiste en garantizar mensualmente para cada persona 30 libras en viandas, hortalizas, frutas y granos, lo cual fue reconocido recientemente por varias agencias de Naciones Unidas en la publicación especial Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe, correspondiente a 2018.

El plan de autoabastecimiento incentiva, además, a los productores locales para que sean capaces de cultivar y comercializar al menos esa cantidad de víveres, los cuales generan altos niveles de demanda y consumo.

A diferencia de otros países de la región, Cuba - junto a Brasil y Uruguay- lidera la lucha contra el hambre, con un índice de prevalencia de subalimentación inferior al 2,5 por ciento, señala el informe.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), este indicador es un estimado de la proporción de personas del total de la población que no cuenta con alimentos suficientes para satisfacer sus necesidades energéticas, durante el período de referencia de un año.

El Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición (HLPE) acordó que con vistas a alcanzar patrones alimentarios sostenibles, resulta indispensable que la cantidad de comida esté acorde con las necesidades de cada ser humano y le aporte los nutrientes imprescindibles.

Asimismo, el HLPE alerta que la inocuidad y el consumo moderado de productos con alto grado de procesamiento reducen los gastos en servicios médicos de salud, para los cuales Cuba destina más de un seis por ciento de su Producto Interno Bruto.

En la Isla existen políticas públicas que ayudan a garantizar estos patrones del HLPE, tales como la entrega a cada ciudadano de alimentos normados entre los que se encuentran arroz, aceite, azúcar y café, los cuales están subsidiados y por esta razón se comercializan a bajos precios.

Cuba gastó un estimado de mil 672 millones de dólares en la importación de alimentos en 2017, según el experto cubano José Luis Rodríguez, asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM); gran parte de los cuales podrían producirse en territorio cubano.

Además del plan de autoabastecimiento municipal, el Ministerio de  Agricultura desarrolla acciones encaminadas a aumentar el rendimiento de los cultivos, mediante la agricultura urbana, suburbana y familiar, en la que se obtienen más de 750 mil toneladas de hortalizas, viandas, granos y frutas al año.

En 2017 las principales producciones agrícolas en el país fueron las viandas y hortalizas con un total de más de cinco millones de toneladas, mientras que los frutales alcanzaron un monto de casi 930 mil toneladas, según informes de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición es uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, y para ello se requiere tener voluntad política, con la cual cuenta la Mayor de las Antillas, según lo ha reiterado en varias ocasiones Marcelo Resende, representante de la FAO en Cuba.

Sin embargo, la realidad en otros países de América Latina y el Caribe no es la misma, ya que el número de personas subalimentadas aumentó por tercer año consecutivo, y en 2017 alcanzó la cifra de 39,3 millones.

El Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional aclara que la solución a estas problemáticas exige un trabajo unificado de la región, en aras de lograr una mejor alimentación para todas las personas, ahora y en el futuro, de forma más sostenible y adaptada al cambio climático.

Este informe es una colaboración entre la FAO, las Organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud (OPS y OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

No obstante el reconocimiento internacional, queda mucho por hacer; y Cuba deberá seguir trabajando en pos de políticas públicas que contribuyan a una mejor nutrición y, por tanto, a una mayor calidad de vida de su población.