CAMAGÜEY.-Tras graves complicaciones postoperatorias en su sistema cardíaco, el corazón de Luisa dejó de latir la noche de este miércoles en la capital del país, donde permanecía hospitalizada desde hacia varias semanas.

Su nombre no necesitaba estar acompañada de sus apellidos Hidalgo Pupo para que todos en el hospital provincial docente Manuel Ascunce Domenech identificara a la consagrada enfermera, especializada en la realización de electroencefalogramas.

Nunca la vi con un mal gesto, fue complaciente con los pacientes y familiares que la conocían y con los que las trataban por primera vez.

No se sabe cuanto sufrió con la muerte de su hijo, pero antes con la desaparición física del eminente neurocirujano Sergio Vega Basulto, a quien respetó como un hermano.

Dicho por muchos profesionales de esa especialidad y también por neurólogos, Luisa llegó a dominar con eficacia esos estudios complementarios y comprender los símbolos de las señales emitidas desde el cerebro.

En los momentos más difíciles del período especial de los años 90, esta fundadora de esa institución asistencial, no dejó de brindar servicio. Con su noble iniciativa y paciencia se la agenció para recuperar papeles y elaborar una sustancia imprescindible para colocar en la cabeza de los pacientes.

Miles de personas que la conocieron la recordarán con su infatigable quehacer hasta quebrantársele la salud.

Muere de 74 años, pero se mantuvo firme en su puesto de labor irradiando cariño, ejemplo y bondad.

Llegue a familiares y amigos  de Luisa, nuestro más sincero pésame.