CAMAGÜEY .- Él dio lectura al manifiesto del 13 de marzo, tal pareciera que aquel muchacho iba a asaltar el Palacio Presidencial 60 años después, pero no, gracias a José Antonio, a Faure y a otros tantos hoy no hace falta ir tras un tirano.

Casi a la hora en que el presidente de la FEU, pistola en mano, entrara en la cabina de Radio Reloj, para anunciarle a Cuba el ajusticiamiento de Batista, en la Universidad de Ciencias Médicas Dr. Carlos J. Finlay de Camagüey, se sintió con la misma fuerza de aquel día la alocución que durante años repite la emisora todos los 13 de marzo. Alegato que fue una especie de testamento político de José Antonio Echevarría a la juventud cubana de todos los tiempos.

Un señor estaba sentado en la primera fila, su ropa lo decía todo, una guayabera llena de medallas indicaba que debía ser alguien importante. Algunos sabían que hacía allí, otros se lo imaginaban. Era Rogelio Fals Jiménez, mezclado entre jóvenes parecía uno más de ellos, un hombre que desde su juventud decidió unirse al movimiento revolucionario y por ello hoy, en nombre del estudiantado universitario camagüeyano recibió honores.

Fernando Manzo Alonso, estudiante de 4to año de la Universidad de Camagüey le trasmitió, a nombre de sus compañeros, la confianza en el futuro y dirigiéndose a la masa juvenil que lo escuchaba expresó: “inundemos la Universidad de Mellas, José Antonios y Trejos” e hizo suyas las palabras de Pablo de la Torriente Brau, “¡Arriba muchachos! ¡Que se llenen las filas! ¡Que se atruenen en las calles los gritos coléricos y poderosos de multitudes de jóvenes... Que se aprieten las filas, muchachos!...”

Cuando todo parecía haber acabado, Merilay la médico cantante o la cantante médico, puso a todos de pies y como en un coro gigante repitieron una y otra vez Que no se caigan las hojas de los libros./ Que no se olvide la historia de los míos./ Que no se acabe el amor en esta tierra./ Es mi canción, nuestra canción por el futuro./ En tus manos está la esperanza de otro siglo.

Sí como mismo estuvo la esperanza de este siglo en las manos de aquellos jóvenes que dijeron basta y se lanzaron a tomar por asalto el altar sagrado de la patria. Los de hoy están consciente que les queda asaltar el futuro.