CAMAGÜEY.- La Ciudad Primada de Cuba no es hoy ningún paraíso, su devastada imagen impresiona desde que se sale del viaducto de La Farola. Tal parece que Matthew se enamoró de la Villa y decidió desfigurarla a causa de los celos. Pero ella guardó otros encantos para quienes, como este reportero, la ven por vez primera.

Todos somos Guantánamo

Un caos, un hermoso caos es hoy Baracoa. El constante ajetreo de sus celosos pobladores se mezcla con la avalancha de cubanos que llegan desde cualquier parte para entregarse por su recuperación. Las calles son intransitables; las caminan el General Presidente, preocupados ministros, comprometidos artistas, misioneros de múltiples denominaciones religiosas; el polvo que levantan los equipos de construcción y las rastras llenas de materiales apenas dejan ver la silueta de su icónico malecón.

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

En medio de ese panorama, un equipo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey llegó el jueves 13 de octubre con la ilusión de que la patrimonial urbe recobre su gracia y no se pierda la rica historia que atesoran sus muros.

Acompañan en la aventura al director José Rodríguez Barreras, 15 especialistas en restauración, ingenieros y arquitectos. “Es una pena ver esta bella e importante ciudad tan golpeada. Venimos con el objetivo de ayudar en la restauración y conservación de los bienes patrimoniales.

“El cuidado de la primera Villa fundada por los españoles en Cuba hace más de 505 años es responsabilidad de todos los patriotas de bien, por eso están aquí los hijos de Agramonte”, sentenció el historiador mientras descargaba tejas francesas llevadas desde Sancti Spíritus.

Por otra parte, su homólogo baracoense, Alejandro Hartmann, manifestó que se sentían “eternamente agradecidos con los camagüeyanos. Colegas de varias provincias han manifestado la voluntad de apoyarnos, pero hoy no existen condiciones para albergarlos. Sin embargo, los agramontinos insistieron en venir en las condiciones más difíciles para no perder ni un día en el rescate de nuestra Baracoa”.

Foto: Leandro Pérez Pérez/AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/Adelante

Dispuestos a acometer cualquier labor que necesite la Oficina del Historiador en la oriental ciudad, los nuestros esperan comenzar por los principales edificios de valor patrimonial como El Castillo de Seboruco y el Fuerte Matachín. Además trabajarán en la conservación de los bienes museables afectados y en la reparación de obras escultóricas icónicas.

Desde que son sembrados, los árboles de cacao y los de coco tardan cinco años en dar sus primeros frutos, quizás un tiempo similar necesite Baracoa para florecer nuevamente, tal vez menos si depende del torrente de solidaridad y amor de estos y otros camagüeyanos que el tiempo no nos permitió visitar.