CAMAGÜEY.- Más del 80 % del sistema eléctrico de los municipios guantanameros de San Antonio del Sur, Baracoa, Maisí e Imías fue afectado por el azote del huracán Matthew. Los especialistas en la materia preveían que la recuperación del sector llevaría cerca de dos meses.

Cuando los integrantes del contingente de la Empresa Eléctrica Camagüey llegaron a Imías no daban crédito a lo que estaba frente a sus ojos, ni siquiera el viejo cazador de ciclones Raúl Rodríguez había visto tanta destrucción. Desde el pasado día 8, los 123 hombres comenzaron a trabajar en este municipio en el que rehabilitaron el 99 % de las redes en tiempo récord, con apoyo de linieros de otros territorios.

Únicamente el bohío de Esther Baró, en la comunidad montañosa Los Cerezos, quedó sin electricidad cuando los nuestros recibieron la indicación de trasladarse el miércoles a Baracoa; no sin antes dejar el problema “amarrado” para que Esther y sus sobrinos tuvieran la luz allá, hasta donde solo la Revolución se encaprichó en llevarla.

Allí los camagüeyanos realizaron una labor sobrehumana: desde las cinco de la mañana hasta las once de la noche se extendieron las jornadas en las que apenas tenían tiempo para almorzar. “Realmente no sé de dónde estamos sacando fuerzas. Para esta gente que lo ha perdido todo lo menos que podemos hacer es ponerle la corriente. En ocasiones nos dan ganas de ayudarlos a levantar sus casas, quisiéramos hacer más por ellos. Son personas humildes, bondadosas y muy trabajadoras”, me dicen José Luis Medina, Denis Marrero y Daniel Caraballoso sin dejar el ajetreo a bordo del carro # 2 del grupo de servicio de Nuevitas.

La desgracia que dejó Matthew no tiene precedentes en el recuerdo de Raúl, el único de la tropa que ha ayudado en la recuperación de siete eventos similares. “A la gente se le ve la tristeza en el rostro y hasta en la forma de caminar, pero no pierden la esperanza y tratan de apoyarnos. Aquí hemos tenido que levantar postes a mano para adelantar, los más jóvenes trabajan como ‘mulos’ y están muy comprometidos”, contó el veterano segundos después de iluminar las 198 casas de la comunidad El Salao.

Pavel Duvergel, delegado de la circunscripción No. 7 de dicha comunidad, resaltó que “donde quiera llegan, los camagueyanos se hacen sentir. Ha sido importante la confianza que transmiten a cada habitante. Hay que verlos jugar con los niños y complacer los caprichos de los ancianos; son muchachos especiales.”

Para las tropas agramontinas, acostumbradas a trabajar en la planicie, ha sido difícil enfrentar los accidentes geográficos de la serranía. Sin embargo, no esperan el apoyo de la grúa Toimil ni creen en el sofocante sol guantanamero; para agilizar el trabajo cavan agujeros de cinco pies y levantan los postes a mano. Se les ve escalar los maderos en las más encumbradas lomas aunque estén al borde de un barranco.

El jefe del contingente y director de la Empresa Eléctrica Camagüey, Dioelvis Sollet, encabezó el viaje de la caravana justo el día antes del nacimiento de su hija. “No soy el único que se ha sacrificado para ayudar en esta situación. Varios trabajadores han pasado su cumpleaños aquí o no han podido celebrar el de sus familiares. Otros salieron para acá cuando aún era una incertidumbre lo que pasaría en sus casas con el paso de Matthew. Todo quedó en un segundo plano cuando nos dieron esta noble tarea”, aseguró el sencillo dirigente.

En estos momentos nuestros eléctricos rehabilitan las líneas en el serpenteante lomerío de La Farola y otras zonas rurales de Baracoa. Aunque algunos no pueden esconder el temor a trabajar en condiciones tan hostiles, se sobreponen nutridos por la voluntad de quienes ayudan, gente que lo perdió todo y recobran la esperanza cuando los ven llegar.

Casi despidiéndonos de los valientes linieros, este reportero encontró a un viejo conocido del barrio. “¿Pero qué haces aquí Ernesto (Heredia), dónde dejaste a la flaca?”, le pregunté alarmado. “Está en buenas manos, espero que me de tiempo a llegar antes del parto”, me responde con naturalidad. Me viene a la mente todo el sacrificio que ha hecho esta pareja para concebir un hijo y solo así alcanzo a entender la magnitud de este acto de desprendimiento, amor y solidaridad. Es como un parto, doloroso, bello y único; es esa la sensación en el momento de dar (a) luz.

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