CAMAGÜEY.- Un primero de agosto de 1868, en la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad de la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, contrajeron nupcias Amalia Simoni e Ignacio Agramonte. A 148 años, y desde 1991, la historia se repite.

Esta vez, el museo Quinta Simoni dio la bienvenida a la doctora Annalié Álvarez Sosa y al oficial de la aduana Ányer González Hernández, quienes enlazaron sus vidas en unión oficial al igual que los patriotas lugareños.

Para estos jóvenes, casarse en una fecha tan especial, deviene ante todo en compromiso de honrar el amor puro de los amantes camagüeyanos. “Queríamos ser una de las parejas elegidas porque consideramos a Ignacio y Amalia como símbolo de fidelidad y respeto. Hoy nuestro sueño se cumplió, ese es el mejor regalo”, explicó la novia a la prensa.

Tras concluir la ceremonia nupcial, los recién casados colocaron una ofrenda floral ante el medallón de Amalia Simoni, en el Patio de los Pavos Reales. Allí agradecieron la oportunidad de ser escogidos entre las parejas optantes y reafirmaron su propósito de ser fieles al amor que los une hace más de doce años.

Y como parte de la tradición, los demás miembros de la familia acompañaron a Annalié y Ányer a darle las tres vueltas a la ceiba, ubicada en el patio de la patrimonial casona que perteneciera a la familia Simoni-Argilagos.

Como cada año, la Casa Natal de El Mayor, la Plaza de la Revolución “Ignacio Agramonte” y el Palacio de los matrimonios en la capital provincial, apoyaron la iniciativa del museo Quinta Simoni para lograr la unión conyugal de nuevas parejas, basadas en una de las historias de amor más bellas de la Cuba de XIX.

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