Hasta mediados del mes, al territorio solo habían llegado dos gestantes de esos países, y ninguno de los dos casos han resultado positivos al virus, no obstante se mantiene un seguimiento sobre ellas para descartar el riesgo genético incrementado.

Rosaralis Arrieta García, especialista del Centro Provincial de Genética Médica, desde donde se guía el seguimiento a las dos colaboradoras camagüeyanas que regresaron en etapas tempranas de la gestación, que incluye todas las prácticas de genética habituales.

A su llegada a Cuba se sometieron a los procedimientos estandarizados para la prevención del zika y otros virus en frontera.

En este caso, por el embarazo y aunque no presentaban síntomas clínicos sospechosos se les tomó la muestra de aislamiento del virus, que se procesó en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí y en ambas dio negativo, señaló.

Aunque todavía se estudia la asociación causal entre ese patógeno y el incremento de recién nacidos con microcefalia que se experimentó en Brasil, a raíz de su expansión en ese país, es una relación que debe mantenerse como un potencial riesgo, comentó la doctora.

La evaluación clínica a las 16 semanas, la biometría fetal entre las 28 y las 33 semanas para, entre otros marcadores, determinar el perímetro cefálico para el diagnóstico prenatal de la microcefalia, más los habituales ultrasonidos establecidos por el programa de genética comunitaria, son garantías para las mujeres en Cuba que se fortalecen ante la amenaza potencial del zika.

Por otra parte, la especialista insistió en la necesidad de incrementar la prevención durante el embarazo aunque no haya trasmisión endémica de la enfermedad en el país.

La eliminación de focos de mosquitos Aedes aegypti y albopyctus, trasmisores de zika, dengue y chikunguya, en las comunidades, el empleo de mosquiteros, y evitar los viajes a países de riesgo, son medidas que las embarazadas deben priorizar. 

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