Pero Taylor Wood, Leslie Dow y Ebony Terrell eligieron pasar su mañana en la Escuela Especial de ciegos y débiles visuales Antonio Suárez de esta ciudad, para mezclarse y vivir de cerca la cotidianidad del centro.

Primero un espectáculo cultural de recibimiento que además de por lo sensible, resaltó por la espontaneidad y el esmero. Así lo sentimos todos. Porque niños como Yoandy, Bárbara, Hilda, Delnis, no necesitan de mucha “luz” para “robarse” el escenario y atrapar la atención de sus espectadores.

Luego el recorrido. Apenas iniciado nos encontramos con Yurisey Marín escribiendo su nombre a través del sistema de lecto-escritura braille; la pequeña ya cumplió sus 15 años y los celebró recientemente con sus maestros y amigos. Su diagnóstico explica que padece deficiencias múltiples, pero supo expresar con total naturalidad su cariño por las maestras y su doctora, y la felicidad por contar en su fiesta de 15 con “los payasos que vinieron; también me porté bien e hice lo que me dijeron para las fotos. Me gusta estar aquí”.

Juan Ramírez, de cuarto grado, esperó a los visitantes en el área de exploración y campismo para mostrarles todo lo que ellos mismos construyen en ese espacio los terceros viernes de cada mes. La casa de campaña, la tendedera, la fogata de pirámide, el mural con las 18 pistas, etc., y hasta el nudo del marinero Juan les enseñó a Taylor, Leslie y Ebony y también les regaló sombreros de yarey con la enseña nacional para que se sintieran pioneros.

Leslie Dow, la joven de 29 años que realiza su maestría en la Universidad de Maryland sobre las políticas educacionales en Estados Unidos le comentó a la prensa que “vine a ver con mis propios ojos lo que me habían dicho tantas veces sobre las características de la educación en Cuba, estoy impresionada. Es maravilloso que los niños reciban apoyo personalizado y especializado; es muy importante trabajar sobre la base de sus necesidades de aprendizaje. Yo puedo llevar fotos, cuentos, vídeos pero mi mensaje para los pedagogos norteamericanos es que vengan a comprobar esta realidad”.

Lo que nos dijo la jefa de ciclo Teresa López León sobre la incorporación de estos niños a la enseñanza regular sin dificultades luego de concluir allí, lo pudimos confirmar con Maels y Kevin, dos adolescentes que ya cursan el séptimo grado en la Secundaria Básica Ignacio Agramonte y que se llegaron a compartir su experiencia.

Yudith López Espinosa fue alumna del centro; creció; se fue; estudió su Licenciatura en Educación Especial, y regresó “porque creo que nadie mejor que yo para preparar a los pequeños con debilidades visuales. Aquí estoy en mi escuela, en mi mundo, disfrutando de mis niños”. Ebony simplemente lloró... Taylor reconoció la dedicación que percibió en los educadores y agradeció por “abrirnos las puertas y responder a nuestras preguntas”.

Finalmente Ebony se recuperó de la emoción y quiso hablar para todos. “He visitado muchos centros de este tipo por el mundo y aquí es fenomenal la atención a los niños; estoy siendo sincera, es conmovedor el sentido de la comunión, de la integración. Como soy profesora les doy una evaluación de diez puntos, o sea, la máxima”.

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