Hay quienes confunden la violencia de género con la intrafamiliar y no es así. La mencionada en primera instancia se dice constituye violencia de género por ejercerse hacia la mujer, por eso, por ser mujer.

Hoy, 25 de noviembre, es el Día de Lucha contra la violencia hacia la mujer desde 1999, por decisión de expertos de la Organización de las Naciones Unidas, y el concepto está determinado ante cualquier agresión basada en daño físico, sexual o psicológico..., siempre contra la mujer.

Podría citar cifras hasta espeluznantes acerca de cuántas muertes o maltratos son reportados en las féminas por esta causa en el mundo, pero ¿y las que no se registran? ¿y las que no denuncian la situación? Me atrevería a asegurar que son demasiadas, porque incluso, aquí en Cuba suceden, no es de dudar, pues hay hasta quien por pudor calla, aguanta, soporta.

La violencia de género la encontramos en las relaciones de pareja, en los centros laborales y hasta en los medios de comunicación, porque en estos a veces, y no pocas, nos hacemos eco de frases manidas que encierran un concepto machista tan sublime en ocasiones que no lo percibimos; no obstante, va calando hondo en el cerebro humano y llegan a tornarse normales.

El tema es abordado con indiferencia cuando los mitos ancestrales se apoderan de las personas. Si uno acepta aquello de: entre marido y mujer nadie se debe meter, está volviéndose indolente ante un problema bien serio que puede acarrear consecuencias fatales. También escuchamos: la violencia ocurre en personas incultas, o sencillamente: los hombres son violentos por naturaleza.

Nada que ver con la realidad del ser humano. No hay que ser inculto para llegar a actos de este tipo, la vida lo corrobora a diario, y esos hombres que abusan de su pareja, ¿por qué no lo hacen con sus jefes, compañeros de trabajo o vecinos? ¿por qué solo con la mujer?

Tampoco es cierto que el alcoholismo causa violencia, sí es un detonante, pero no por sí solo lo ocasiona el acto de beber. No se pierde el control por el mero hecho de: hacer el papel de hombre. Otro concepto errado radica en la justificación de que ese hombre perdió el control porque ella vestía provocadoramente.

Estos criterios no los he inventado yo, ni los mitos, ni las realidades. Estudiosos del mundo y de Cuba, por supuesto, han colocado el dedo en la llaga. Hay un desafío social y ese es el reto de lo cultural. No seamos cómplices de los actos u omisiones intencionales apoyados en desigualdades por el simple hecho de ser mujer.

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