Los minutos de recibimiento fueron pocos si los comparamos con la gran hazaña que realizaron, sucedió en el entorno del Casino Campestre, sitio propicio para el mejor de los reencuentros, más hoy, el Día de la Madre Tierra, cuando se promueve la armonía entre la naturaleza y la vida.

Allí hubo mucha alegría, acompañada de fuertes abrazos, besos y lágrimas con sus padres, esposas e hijos, y parecía como si no hubiera quien los observara, ante la necesidad de dar y recibir tanto amor contenido por alrededor de seis meses.

Luego vino el acercamiento con el resto, entre ese resto la prensa no podía faltar, como un signo de reconocimiento, ese que ni ellos mismos creen merecer porque es demasiada la sencillez que los caracteriza. Impresiona que no incorporen dentro de sí qué han hecho por esos desprotegidos desde todos los puntos de vista, y en pos de impedir la entrada de tan terrible mal a otros países, con la inclusión del nuestro.

Su pueblo todo los esperan como lo que son: sus héroes; ellos, dicen que cumplieron con su deber de médico o enfermero que es como decir, dar todo de sí por sus pacientes a cambio, si fuera preciso, de sus propias vidas. Asombra tanto agradecimiento de parte de ellos. Así los formaron en nuestras universidades médicas, en este caso en la Carlos J. Finlay, que tanto se corresponde con su nombre, el de ese camagüeyano devenido símbolo universal de altruismo y consagración.

Eydel, especialista en Medicina General Integral y en Epidemiología, dijo en nombre de los dos lo difícil que se le hacía expresar palabras y leyó un poema escrito por Marcelino Agüero Oliva, su padre, quien se lo envió como una manera de darle fuerzas a él y a sus compañeros, donde sobresale el elogio al Líder Histórico de la Revolución cubana Fidel Castro, quien ideó la necesidad de contar con la Brigada Henry Reeve, esa misma que hoy está nominada a recibir el Premio Nobel de la Paz.

En un aparte me dio a conocer su agradecimiento a la familia y al pueblo cubano por tantas muestras de desvelo, respeto y cariño, además, el compromiso que entraña para el futuro que ya es hoy.

José Edelmiro, también diplomado de Instrumentista en Salud, confesó sus sentimientos de alegría por el deber cumplido y verse de regreso, aparejado con un poco de nerviosismo, porque para él este recibimiento ha sido una revelación de amor infinito.

Eduardo López Leyva, miembro del Buró Provincial del Partido Comunista de Cuba, en nombre de otros directivos allí presentes y el pueblo camagüeyano, rememoró esa noche en que se pedían las disposiciones de profesionales de la Salud, y fueron cientos los que se brindaron, entonces hubo que elegir y “ustedes estuvieron entre esos” y añadió: “Poco es decirles gracias, bienvenidos a la patria”.

Más de 250 médicos, enfermeros y trabajadores de la Salud integraron el contingente cubano que desde octubre de 2014 partieron hacia Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry, para combatir la epidemia, luego de un llamado de Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas. Catorce de estos fueron camagüeyanos.

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