CAMAGÜEY.- Cinencio Morales Fernández recuerda el diluvio que cayó una de estas tardes de mayo, y todavía los pelos se le ponen de punta. El correcorre fue grande en las oficinas. Temían que las lluvias sepultaran las bombas dedicadas a extraer aguas cargadas de lodos mineros del fondo del vaso de la mina de cromo.

Para la eficaz explotación del mineral resulta imprescindible el achique del lago que se forma producto del escurrimiento de decenas de manantiales creados durante la perforación.

“La tecnología empleada en esta difícil tarea es diseñada, proyectada, fundida, maquinada y ensamblada por la industria metalmecánica en la fábrica de bombas para agua de Camagüey, conocida también como la fundición de los hermanos Steere, entidad que recientemente cumplió setenta y cinco años de producción ininterrumpida”, explica Edel Fonseca López, ingeniero mecánico, de 50 años, con tanto arte en la promoción comercial como para andar con hierros.

El artefacto, concebido en la década del ‘90 del pasado siglo, se acopla tanto a un motor eléctrico como a uno diésel MAZ 500 de fabricación rusa, y está emplazado ahora a más de 50 metros de profundidad, con un ritmo de trabajo de 22 horas hasta el agotamiento del mineral.

“La valía se había comprobado con efectividad en el riego de agua para plantaciones agrícolas, en grupos contra incendios de gran porte, en el abasto de acueductos urbanos, en el bombeo de aceites comestibles, de aguas industriales y del mar”, argumentó Edel.

Antes, la Empresa Geominera Camagüey carecía de una bomba para asegurar la extracción del líquido, acorde con las ofertas comerciales en el exterior y las limitaciones financieras. El ingeniero metalúrgico Miguel Mendoza, quien hoy funge como especialista de tecnología de la unidad empresarial de base (UEB) Cromo laboró hace años en esa planta como tecnólogo y jefe de taller del área de fundición y fue el iniciador del acercamiento que actualmente se fortalece entre ambas entidades.

La preferencia de la Geominera es agradecida por los fabricantes. El director de la UEB Fábrica de Bombas de Agua, ingeniero Guillermo Piñeiro Libera, argumentó que el agua con sedimento minero resulta agresiva para las partes y piezas, por lo que bombearla los llevó a una tarea técnica conjunta con la Geominera Camagüey para mejorar las propiedades del hierro, hacer el equipo más duradero en el tiempo y elevar la calidad en la extracción, pues el que se usa está concebido para agua a temperatura ambiente.

La alianza los ayudará a perfeccionar el producto y a demostrar la posibilidad de respaldar sensibles procesos industriales generadores de fondos exportables, con equipamientos procesados en Cuba.

Cinencio, al frente de la UEB Cromo, opina que aunque las bombas todavía no son las más eficaces, pues además deben erradicar ciertos problemas con los rodamientos, les han resuelto el desagüe de las minas, criterio compartido por Kadir Adán, especialista en mantenimiento en la entidad.

El manto freático en las minas Victoria I y Victoria II, en explotación a cielo abierto, es bastante activo, mucho más con las lluvias de mayo. Para cuando terminen las extracciones allí, está negociándose con los órganos decisores la posibilidad de dejar el área como reservorio de agua para utilizarse en la producción agropecuaria.

“Sin estas bombas podrían ponerse en juego las exportaciones”, razonó Cinencio, técnico analista químico de profesión y con 36 años en este giro.

Desde las minas los camiones siguen transportando cromo hacia la planta de mejoramiento, de allí al embarcadero y luego al puerto de Nuevitas para la salida del cromo rajón y de arena cromita hacia la exportación, en cumplimiento del plan del quinto mes del 2020.