CAMAGÜEY.- “Tu hija nada de nada”, escuchó y soportó una vez Yamilé Rivero Rodríguez. Jaime López García también aguantó que otra maestra viera en su sobrino Daniel “un caso perdido”. Hoy es 2 de abril, Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo, y el sentido de la conmemoración es precisamente para enderezar esas posturas.

Katherine, la niña de Yamilé tiene nueve años y ya responde por su nombre, acepta la coincidencia con otros y se toma de la mano con otros niños. Antes prefería la oscuridad de su cuarto, se irritaba ante cualquier persona y escuchar Katherine no le provocaba reacción. Daniel hoy cursa el séptimo grado en la enseñanza general. Ambos viven con el trastorno del espectro autista (TEA) y son “mucho de mucho” y un “caso encontrado”.

Yamilé y Jaime coinciden en que ese diagnóstico alentador lo deben a la escuela “Héroes del Moncada”, donde atienden niños de toda la provincia y hasta una de Ciego de Ávila. “No queremos lástima, el autismo no es tristeza, pero aún abunda el desconocimiento en la sociedad sobre ese trastorno, insiste Yamilé.

El centro tiene una matrícula de 25 alumnos, de los cuales solo tres son hembras. Tal realidad refuerza la alerta sobre la disparidad en cuanto a género: según la Organización Mundial de la Salud 1 de cada 160 niños padece un TEA en todo el mundo; mas estudios en Reino Unido indican que podría ser una mujer por cada tres hombres. Presumiblemente viven hoy millones de féminas en todo el mundo con esa condición sin diagnóstico.

Según Yudelis Pérez Carlos, directora de la institución, sus 30 docentes reciben el apoyo permanente de las familias de los pequeños. “Sin esa alianza los progresos fueran imposibles”. Y entendemos de qué se trata.

La de la gente de la “Héroes del Moncada” es la misma causa de la que habla Yamilé en primera persona del plural. Por eso la gala cultural en el Teatro Avellaneda y el desfile y las consignas por las calles Ignacio Agramonte y Cisneros hasta el Parque Agramonte. Hay que sensibilizar gente, derrumbar estigmas y construir una sociedad accesible para todos: “Es parte de este mundo, no un mundo aparte”, alumbra una de las pancartas.

“Yo amo a alguien con austismo”, coreaban ellos con la garganta en la boca y en los ímpetus. Yo también amo el “autismo”, y la terquedad, y las ganas de esos que hoy nos abrieron la conciencia.