CAMAGÜEY.- La contaminación sonora no deja de ser uno de esos temas vitales que para muchos pasa de manera inadvertida. Y de manera inadvertida nos invaden sus secuelas: estrés, histeria, fatiga, insomnio, neurosis… desde la esquina, el trabajo o en la propia casa.

El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), de Camagüey, junto a diversas instituciones del territorio evaluaron cuánto se ha hecho para contrarrestar y prevenir los ruidos que perturban la calma en la ciudad.

Uno de los métodos más efectivos para combatir ese mal, desde las entidades, lo planteó la delegada del Citma en la provincia, Andrea Armas Rodríguez: “Cuando hablamos de polución medioambiental se asocia, con frecuencia, a los suelos, las aguas y el aire que respiramos. Sin embargo, la auditiva no es menos nociva. Por eso, la labor en común es fundamental para cumplir nuestra parte en su control”.

Habló también la funcionaria sobre la necesidad de que cada establecimiento implemente un plan de acción, en consonancia con las leyes cubanas relacionadas con el ruido -como la 26- , sus condiciones estructurales, los horarios de servicios a la población y su ubicación en la comunidad.

Además, precisó que al concebir las inversiones en los diferentes sitios siempre se debe pensar en mecanismos y soluciones para reducir los niveles excesivos de sonido.

En ese espacio se escucharon las opiniones de varios representantes de las instituciones recreativas, las más implicadas con la temática en discusión, y las medidas que toman para lograr una mejor convivencia con la vecindad.

Destacaron, entre las intervenciones, la de la administradora del Bar Casablanca, situado en el Callejón de los Milagros, vinculado a las estrategias que materializan para reducir las molestias ocasionadas por la música a los habitantes de las cercanías.

Por la misma cuerda versó el comentario del subdirector del Centro Recreativo Casino, quien demandó una mayor capacitación en materia de contaminación sonora.

La especialista de calidad de Palmares, Milaida Castellanos Pérez, explicó cómo los más de 20 locales de esta firma se orientan, aunque todavía resta mucho por hacer “al cuidado de la salud no solo de los vecinos, sino también de los clientes y de nuestros trabajadores. Hay que recordar, de igual manera, que una buena parte de la población que nos circunda es adulta mayor, por tanto, estamos comprometidos con no perturbar la paz de esas personas y de la sociedad”.

Acotó Armas Rodríguez que para alcanzar una armonía acústica en la población es imprescindible la participación de todos los camagüeyanos. “Es inconcebible que una fiesta continúe hasta horas de la madrugada y el barrio, sin otro remedio, deba permanecer desvelado. La proliferación de las bocinas portátiles y el tránsito de carros, motores y bicitaxis, con música estridente, no son más que una muestra de insensibilidad ciudadana”. Y de la sensibilidad ciudadana, de la voluntad de todos, deben gestarse las garantías para eludir, a tiempo, los efectos tormentosos que en silencio causa el ruido.