CAMAGÜEY.- Quedan pocos sitios de la ecléctica urbe por donde aún no ha dejado sus huellas de juventud y experiencia esta veinteañera. Sobre las calles adoquinadas y estrechas, las edificaciones añejas y modernas, parques y otros espacios públicos de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, sus manos bienhechoras convierten sitios olvidados en “milagros” sudorosos de conservación y nuevas realizaciones para “aumentarnos” los siglos patrimoniales.

Idiosincrasia: leyendas, cultura, tradiciones y vigencia se funden en casi 600 obras y objetos constructivos de rescate histórico del corazón urbano, que avalan el aniversario XX de la Empresa de Restauración y Conservación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, una institución in crescendo en calidad ejecutiva.

Por esas sinrazones de la vida solo dos décadas alcanzan para asegurarnos a los camagüeyanos fachadas, viales, establecimientos de servicios, plazas, parques y plazuelas rejuvenecidas a la usanza, tangibles realidades de un colectivo que siente y quiere las precisiones más bellas para su ciudad.

Esa exactitud en los cariños y en el esfuerzo merecieron galardones nacionales de Restauración y Proeza Laboral, y reconocimientos del Poder Popular por las obras locales y las que ejecutaron en la rehabilitación del batey Jaronú, Monumento Nacional; el Recinto Ferial, el Museo del Parque Temático Ferroviario, en continuación, y otras tantas obras que concentran la admiración y crecen en la mirada de pasantes y vecinos de la comarca.

Este sábado, las huestes laborales de jefes, técnicos y operarios, bajo la dirección de Antonio Hernández Roldán, cumplen dos décadas de hacer por Camagüey. Nosotros, los que agradecemos, seguiremos contando los calendarios de sus empeños.