Foto: De la autoraFoto: De la autoraCAMAGÜEY.- En horas de la tarde del sábado 3 de noviembre, Camagüey perdió a uno de sus médicos más queridos: el Dr. Floro José Cepero Muñoz, especialista en Mastología, quien se desempeñó en el hospital provincial docente Oncológico María Curie desde 1966 hasta el momento de su muerte, con 82 años de edad.

Hijo Ilustre de la Provincia de Camagüey, recibió también la Distinción 495 Aniversario de la Fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, y otros estímulos de carácter provincial y nacional, como reconocimiento a su pasión y entrega en pos de la vida de otros. Participó en innumerables eventos científicos nacionales e internacionales.

Serían cuantiosas las anécdotas relacionadas con este hombre, nacido el 14 de julio de 1936, consagrado a su profesión a la que dedicó hasta su último aliento, de igual manera si quisiéramos mencionar, principalmente, a cada una de las mujeres salvadas o a aquellas a las que les mejoró su calidad de vida, con su trato jovial y optimista que lo acompañaron siempre.

Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Zayas, y se graduó de bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de la ciudad agramontina.

Se tituló como médico en la Universidad de La Habana en 1963, y se especializó en Oncología en 1977. Fue fundador del Servicio Médico Rural en Elia, territorio perteneciente hoy a Las Tunas, donde ofreció sus servicios con éxito ante los desastres del ciclón Flora. Luego trabajó en Vertientes por espacio de tres años y dejó huellas imborrables hasta 1966, cuando se inició en el hospital que lo acogió el resto de su vida, solo interrumpido en la etapa en que cumplió misión internacionalista en Zimbawe entre 1986 a 1988.

Como mismo su esposa, hijas, nieto y bisnieto extrañarán a Pepito, como le decían sus más allegados, en cada uno de los rincones de su hogar; en las consultas, los quirófanos, las salas de ingreso y los pasillos de su hospital, porque igual era suyo, añorarán su sabio diagnóstico, ese que daba con sus manos cual suerte de ultrasonido, pero con más experiencia, y las determinaciones ante los casos complicados.

Este Profesor de profesores dejó su impronta no solo en sus pacientes o sus familiares, sino también en tantos y tantos médicos de Cuba y buena parte del mundo que por estos días han ofrecido sus condolencias a familiares y a amigos a través de las redes sociales u otras vías.

Quien lo conoció sabe que el Dr. Cepero merecería un sinfín de reconocimientos, incluso ahora después de su partida. Nunca será suficiente todo lo que se diga y haga por recordarlo.

Sabemos que si algo nos toca a todos es la muerte y que son eternos aquellos que han cumplido con excelencia los retos de la vida; sin embargo, personas como él debían ser eternos de verdad. No habrá alguien en un solo vericueto del “María Curie” que olvide al médico ejemplar, al amigo entrañable, al padre que fue para muchos de sus discípulos.