CAMAGÜEY.- Acaba de regresar a Cuba el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez después de una prolongada estancia en la ciudad de Nueva York, a la que acudió para asistir al 73 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, y fue recibido en La Habana por el primer secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, con un fuerte abrazo que los cubanos también hubiéramos querido darle.

Así de satisfechos y orgullosos nos sentimos los que lo vimos y oímos en sus múltiples intervenciones, tanto en la que rindió sentido homenaje a Nelson Mandela en la Cumbre de la Paz, en el centenario de su nacimiento, como en la Asamblea dedicada al desarme nuclear y, sobre todo, en su intervención en el debate general de este 73 período de sesiones de la ONU, donde, además de la felicitación efusiva de más de una veintena de asistentes al plenario que se le acercaron, se escucharon cerrados aplausos de los pocos que se produjeron en ese recinto.

Lo cierto es que en ese espacio de tiempo que le concedieron dijo muchas verdades, puso en la picota al imperialismo norteamericano no solo por su criminal bloqueo a Cuba (y aprovechó para agradecer a los países su respaldo para su eliminación), sino también por su papel hegemónico mediante el cual somete a otros pueblos a la explotación, saquea sus riquezas naturales y les despoja de su independencia y soberanía, y le quedó tiempo para decirle al presidente estadounidense Donald Trump que las calamidades que padece hoy el mundo no son responsabilidad del socialismo, como afirmó en su discurso, sino del capitalismo y su sistema voraz, insaciable y deshumanizado, que él representa.

En Nueva York fue extensa la agenda, los encuentros se sucedieron, todos fructíferos, iniciados con varios mandatarios de países amigos, incluido el presidente boliviano Evo Morales, a los que siguieron los desarrollados con organizaciones multilaterales, congresistas de los partidos Demócrata y Republicano, empresarios, religiosos, personalidades de la cultura, en los cuales se mostró la disposición de Cuba a un diálogo civilizado y provechoso para ambos pueblos, sin condiciones y con total respeto a nuestra independencia y soberanía, posición que fue compartida por la mayoría de los interlocutores, sobre todo en cuanto a la eliminación del bloqueo.

A mi juicio, hubo momentos extraordinariamente emotivos para Díaz-Canel y la delegación que lo acompañó, sobresaliendo el encuentro en la iglesia Riverside Church, en el barrio negro de Harlem, donde la evocación de las anteriores visitas del líder cubano Fidel Castro, en las cuales dejó  una huella que aún se respira no solo en las piedras del recinto religioso sino también en la memoria de los cientos de personas que allí se congregaron para mostrar su solidaridad con Cuba.

Se recordó que a instancias de Fidel, después de un discurso de alrededor de cuatro horas, nació aquí el programa de estudio para jóvenes norteamericanos de los distritos más humildes para formarse como médicos en nuestra Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), de los cuales ya se han graduado alrededor de 200, muchos de ellos estaban presentes allí.

Como si todo esto fuera poco, avanzado un tanto el acto, hizo su arribo sorpresivamente el presidente venezolano Nicolás Maduro, quien expresó su deseo de llegar hasta Riverside para compartir ese momento con el Presidente cubano, quien tras pronunciar breves palabras de saludo a los presentes, exclamó: “La Revolución Bolivariana de Venezuela está de pie, está viva y está victoriosa”.

Con un “buenas noches compatriotas”, inició Díaz-Canel el encuentro con cubanos residentes en los Estados Unidos, algunos de los que participaron en el “Primer diálogo del Gobierno Cubano con personas representativas de la comunidad cubana en el exterior”, del cual transcurrirán dentro de poco 40 años, y de donde emergieron los primeros cambios trascendentales en la política migratoria cubana en el tratamiento a los nacionales fuera del país.

El Presidente cubano reconoció el respaldo dado por los presentes a la Revolución y la lucha que han mantenido por la eliminación del bloqueo y de solidaridad  con sus hermanos de la Isla y reiteró que la finalidad del encuentro como lo fue en el anterior es estrechar y fortalecer los vínculos con los cubanos residentes en el exterior.

De vuelta a casa tras tan rica agenda para nuestra delegación, muchos resultados se verán en una mayor comprensión de la realidad cubana y las oportunidades que se ofrecen a ambos pueblos de una convivencia pacífica y civilizada, y otros llegarán inexorablemente cuando se elimine el bloqueo de los Estados Unidos.

De todas formas es conveniente reiterar lo que nuestro Presidente proclamó en la Asamblea General:¡Aquí está la Revolución Cubana, viva y pujante, fiel a sus principios!”.