ESMERALDA, CAMAGÜEY.- Cientos son los hombres que trabajan para recuperar las zonas más dañadas por el huracán Irma. Sin embargo, no son pocas las mujeres que también aportan mucho en la recuperación. Las podemos encontrar manejando un montacargas, pintando una pared o dirigiendo una obra, están en todas partes.

Así encontré a Mireya Ramos Moisés, jefa de obra de la Cooperativa de Créditos y Servicios Fortalecida (CCSF) Dionisio Reandy Cerván, del municipio de Jimaguayú, una mujer que con respeto y amor al trabajo dirige una brigada de jardinería compuesta por una veintena de hombres. Allí todos la respetan y elogian porque sabe cómo hacer bien su trabajo y ganarse a sus subordinados.

“Mujer entre tantos hombres no es fácil, pero tampoco difícil. Llevo más de treinta años desempeñando esta actividad y hasta ahora no he tenido problemas. Hay que ganarse el respeto, pero una vez que lo alcanzas, con él llega todo, no obstante cuesta tiempo conseguirlo”, comenta esta fuerte mujer que no cree en trabajos difíciles.

La brigada de jardinería está embelleciendo todo el lugar. Trabajan en el movimiento de tierras y en la siembra de plantas, césped, siembran los arboles y mejoran el entorno. Contratados por la Oficina del Historiador, el grupo labora mientras que la luz lo permita, auxiliándose a veces de luces artificiales y extendiéndose hasta las ocho o diez de la noche. No tienen horario, solo les interesa cumplir la tarea.

“Mejor jefa no la quiero, sabe cómo imponerse sin caer mal y sin dañar a nadie, nos trata a todos por igual y en buena forma, pero cuando tiene que ‘jalarnos las orejas’ no le tiembla la mano. Pero eso sí, es muy justa y reconoce lo bien hecho”, explica uno de sus subalternos.

“No hay trabajo fácil, lo que sucede es que le ponemos todo el empeño y amor y las cosas salen bien. Primero hay que conocer a lo que nos enfrentamos y luego dedicarle tiempo y ganas”, afirmó la supervisora de la calidad de la obra, graduada en técnico de nivel medio en jardinería.

“Aquí en Jaronú hay un cambio total, los vecinos se nos acercan y comentan lo bien que se ve el lugar. Se perciben resultados en sentido general, desde las viviendas hasta el entorno, y ahí es donde nosotros hemos puesto un granito de arena, porque puedes tener un hogar pero si no disfrutamos la naturaleza se siente un vacío enorme”, explica Mireya.

Ahora el equipo de jardinería se desempeña en el parque Moscú y en la Avenida Principal de Esmeralda, con la siembra de palmas. Hay además otros quehaceres que los esperan para los cuales tienen total disposición de enfrentar.

“En muchas ocasiones se nos subestima y nos tildan de débiles, pero te puedo asegurar que aquí en Cuba eso no pasa, y menos conmigo. Todos somos iguales y cada quien sabe bien su función, ahí es donde no debe fallar el engranaje. Con esa primicia y con ganas de hacer las cosas, no hay trabajo que se le resista a una fémina”, dice con una sonrisa la mujer que lleva más de cinco años dirigiendo esta cooperativa.

Y así vuelve a su función. Con la mano firme orienta lo que hay que hacer y con su carácter se gana el respeto. No es imponente, pero sí comprensiva y cumplidora, dos ingredientes esenciales para ganarse el titulo de “jefa”.

Pero son muchas las que podemos encontrarnos mientras caminamos por los municipios en recuperación. En Cuba no se desprecia, todo lo contrario, se aprovecha al máximo su potencial, porque donde hay una buena mujer, dice Mireya que no hay miedo.