SANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- Curtida en vientos y mareas altas está la gente de Santa Cruz del Sur. A fuerza de un pasado triste han aprendido los mejores modos de lidiar con las tempestades. Eso, unido al vagar de Irma por el norte, los salvó esta vez de un huracán de sorpresas.

El pan y la leche del pasado fin de semana se duplicaron previamente en las bodegas; cisternas, pipas, tanques y otras pequeñas fuentes de abasto acopiaron agua; televisores o radios, cargadores de celulares y lámparas se dispusieron en instituciones con grupos electrógenos. Tras la tormenta apenas hubo sustos; casi todo fue cuestión de seguir el guion previsto por el Consejo de Defensa Municipal.

Cuando solo una panadería pudo producir con inmediatez, multiplicó metas y turnos hasta el arranque de otra, otra, y otra más… A tres días de iniciar la etapa recuperativa no faltaba la “bolita” diaria a los santacruceños, incluso allá donde no había llegado la energía eléctrica (hasta ahora aproximadamente el 20 % de la localidad). Se les acerca, además, alimentos tanto elaborados como ligeros, carbón, hielo y agua potable.

Sesenta escuelas reabrieron el miércoles, incluyendo 13 que resolvieron en tiempo récord sus afectaciones. Solo la “28 de Septiembre” esperaba la electricidad para arrancar. Un buen average si se tiene en cuenta, además, que seis funcionaron como centros de evacuación y pusieron sus docentes y comida al servicio de los huéspedes.

Para la mayoría quedó atrás lo peor: el miedo a la inundación y las fuertes rachas de vientos, a la devastación que prometía la categoría 5, a no encontrar la casa como la dejaron, a correr algún peligro aun sabiéndose guarecidos. Mas, después de la alarma hay quien ha vivido lo más duro, pues hasta hoy se sabe de 218 viviendas deterioradas en alguna medida. Continúan evaluando los daños y resolviéndolos donde hallaron cerca las tejas o tienen guano para reponer el perdido.

En nueve bases productivas se perdieron cultivos de plátano y maíz. En total, una centena de hectáreas no tuvo un final feliz. Ahí tampoco se llora. Esas tierras prometen nuevos frutos.

Al sur de Camagüey, allá donde no se olvidan los estragos del ‘32, reúnen más experiencias para que su pueblo pueda salir airoso de futuros eventos climatológicos. Lo apunta Rolando Esquivel García, quien preside allí el Consejo de Defensa: “Debemos evitar la siembra de árboles bajo los postes del tendido eléctrico, tarde o temprano traen problemas; y aprovechar cada etapa para hacer con tiempo lo que se debe, por ejemplo, en la fase informativa completar la poda y en la de alerta no perder tiempo en el traslado de personal de modo que al anunciar la alarma ciclónica todos estemos bajo resguardo”.

Él sabe que sus lecciones pueden servir en otras regiones, y más que eso: “No olvidamos cuánta ayuda nos llegó cuando un evento de este tipo se ensañó en tierras santacruceñas. Así que en cuanto cerremos el capítulo de la recuperación que nos digan dónde somos útiles y ahí estaremos”.