CAMAGÜEY.- El ejército ocupa las calles de esta ciudad. Alistan desde temprano sus armas, comienzan el combate con las primeras luces del día y no cesan hasta el anochecer. No creen en barricadas ni cansancio.

No es hora de disparar, por suerte. El teatro de operaciones son las zonas afectadas por el huracán Irma, el enemigo los árboles caídos y otros escombros; sus armas cortas son hachas, palas, machetes y escobas y la artillería pesada camiones de volteo, retrocabadoras, cargadores y retropalas.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Camagüey se han puesto a disposición del Consejo de Defensa Provincial para enfrentar el desastre que dejó el fenómeno meteorológico. En este panorama resalta la Brigada de Salvamento y Rescate, que con sus 34 efectivos asume la desestaculización y limpieza de los viales de acceso a la ciudad capital.

“Nuestra primera misión fue evacuar a los habitantes del reparto Saratoga, ante la amenaza de inundación por la crecida del río Hatibonico. Luego nos ordenaron abrir paso en las principales avenidas del municipio y en eso estamos”, comentó a Adelante Digital el Mayor Raudel Suárez Ruiz, segundo jefe de la brigada.

Un grupo de medios técnicos y máquinas ingenieras componen la formación especial de varias instituciones civiles de la economía que refuerzan el contingente. Sus operarios fueron llamados por las FAR y no dudaron en responder a la movilización con prontitud.

Los soldados, que en su mayoría cursan el Servicio Militar Activo, higienizan objetivos específicos, pero siempre hay tiempo de ejecutar otros, como la limpieza del asilo de ancianos del parque Carlos J Finlay.

Jóvenes reclutas como el vertientino Osmani Consuegra y el cespedeño Juan Carlos Ruiz dicen sentirse orgullosos de la tarea. “Uno no puede estar tranquilo mientras haya un lugar que limpiar. Esta es un misión que ejecutamos con el mayor placer del mundo, ojalá todos los días pudiéramos ser tan útiles, Ahora nuestro lugar está aquí, sabemos que en Vertientes y Céspedes también hay gente apoyando”, sentenciaron.

Las horas transcurren para este grupo de combatientes entre lomas de ramas, troncos y otros desechos sólidos. El cuerpo duele al final del día, pero el alma descansa unas horas con la satisfacción de ayudar al pueblo en su camino a la recuperación.