La Habana, 9 sep (ACN) La capacidad destructiva del huracán Irma se incrementa con su intensidad, que representa su grado de desarrollo, advirtió en esta capital un experto cubano.

Esa energía se determina por la máxima velocidad que alcance el viento sostenido a 10 metros de altura sobre la superficie, explicó a la ACN el Doctor en Ciencia Ramón Pérez Suárez, Investigador y Especialista Superior del Centro del Clima, del Instituto de Meteorología.

Añadió que la escala Saffir-Simpson utiliza esa variable para categorizar a los huracanes, por lo que la velocidad del viento depende de la diferencia de presión que se establece entre el centro del ciclón tropical (presión mínima) y la de su periferia.

En los intensos, especificó, el valor de la presión central disminuye mucho por lo que cambia (cae)  rápidamente desde un radio de unos 50 kilómetros hacia el centro del meteoro. La presión mínima se utiliza también como una medida de la intensidad de la tempestad por su relación con la velocidad del viento, principalmente ante la ausencia de una medición de esta última.

Pérez Suárez recordó que desde el punto de vista histórico Gustav es uno de los más intensos huracanes que han impactado a Cuba desde 1791, pero en la actualidad Irma lo puede dejar atrás si solo se tiene en cuenta que mantuvo durante varios días la máxima categoría de cinco en la escala Saffir-Simpson.

A pesar de la gran intensidad con que aquel golpeó en agosto de 2008 a la Isla de la Juventud y a la provincia de Pinar del Río, no hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas, pero los daños materiales fueron cuantiosos: 2,097 millones de dólares.

Poco después, en septiembre de ese mismo año, le siguió Ike, uno de los más destructivos que impactó en la nación,  y que se caracterizó por la extensa área que abarcaron los vientos con fuerza de tormenta tropical y también por la extensión de los nublados y lluvias que lo acompañaron.

De octubre a noviembre de 2001 la Isla la azotó Michelle, otro de los más devastadores, que ocasionó inundaciones costeras en varias zonas del país. Su influencia alcanzó al 45 por ciento del territorio cubano,  donde vivía el 53 por ciento de la población, o sea, unas 5,8 millones de personas, y solo dejó un saldo de cinco muertes, fundamentalmente por imprudencias. Hubo severos daños a las viviendas y cuantiosas pérdidas económicas que ascendieron en total a mil 866 millones de dólares.

El más intenso de la temporada y también el más mortífero, así como el que mayores daños materiales causó fue el Matthew, del cuatro al cinco de octubre de 2016, sin provocar fallecimientos, pero sí gran destrucción, principalmente en la Ciudad Primada de Baracoa.

En julio de 2005, Dennis fue también uno de los más intensos de Cuba,  el primero que dañara a la provincia de Granma y al país en su conjunto en un mes de julio.