La extendida venta de guarapo de caña por varios puntos de la ciudad, indudablemente resulta una suerte para el cubano agobiado por el fuerte calor, quien encuentra en ese rico néctar el refresco ideal para hacer un alto en el camino y continuar la marcha con más energía.

Las conocidas guaraperas constituyen un gran alivio para el sediento o necesitado de ingerir algún que otro alimento ligero entre las comidas o meriendas, ante la dificultad de no encontrarse con facilidad algún que otro refresco o jugo natural de frutas.

Volvamos al extracto de la caña que tanto sirvió de alimento en siglos pasados a los esclavos en los trapiches e ingenios para mitigar el hambre del rudo trabajo en los campos y el poco descanso en los barracones, y así recobrar energías y continuar las fatigosas faenas de cada día.

No por ese hecho debemos subestimar al dulce guarapo, por el contrario, además de constituir uno de los alimentos tradicionales, con su presencia imprime identidad y cubanía, pues también los mambises se alimentaron del jugo de caña.

Resulta agradable al paladar y llama la atención de visitantes extranjeros, quienes por su exquisito sabor lo prefieren y combinan con alguna que otra bebida.

En los últimos tiempos se puede apreciar un despertar de atractivas imágenes en muchas guaraperas, en las que prima el buen gusto en vallas y paredes con ilustraciones de cañaverales y bateyes de centrales azucareros, donde reina la limpieza de mostradores e higiene en las jarras y otros recipientes que utilizan para el despacho del líquido espumoso extraído de la caña.