El tercer viernes de marzo quedó instituido como el Día Internacional del Sueño, tal y como estableció la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM, por sus siglas en inglés) nueve años atrás.

Desde la Asociación Mundial de Medicina del Sueño lo dicen con claridad: "la falta de sueño o la mala calidad del mismo tiene gran impacto negativo en nuestra salud a largo y a corto plazo". Y en realidad, no hace falta recurrir a estudios científicos, a grandes expertos o a médicos especialistas: todos hemos notado alguna vez lo que significa no haber dormido lo suficiente: cansancio, dificultad para concentrarse, mal humor, irritabilidad, malestar físico general, bajo estado de ánimo, un aspecto deplorable, falta de agilidad mental, entre otras molestias asociadas.

Sin embargo, hay otros perjuicios tal vez menos evidentes pero igual de importantes: la descompensación del organismo provocada por la carencia de sueño afecta la sensación de hambre y aparecen trastornos digestivos; se incrementa el riesgo de desarrollar ansiedad y depresión; el sistema inmunológico se debilita y nos volvemos más vulnerables a enfermedades y contagios.

 Además, diversos estudios científicos han encontrado relación entre la falta de sueño y el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardiovasculares e infertilidad.

 El Instituto de Medicina del Sueño hace énfasis en que "un tercio de nuestra vida la pasamos durmiendo. A la edad de 60 años, 20 de ellos los habremos dormido. Es lo que más hacemos día a día, noche tras noche; así que cualquier problema durante el sueño nos afecta cotidianamente, tanto de noche como de día, condicionando muchas veces nuestra vida, porque las funciones del sueño son importantísimas para nuestro organismo".

 Una razón más para darle al sueño la importancia que merece.

 Algunas recomendaciones para mantener la “higiene del sueño”:

 - Irse a la cama sólo cuando se tenga sueño.

 - Levantarse todos los días, incluidos los fines de semana, a la misma hora.

- Evitar quedarse en la cama despierto más tiempo del necesario.

 - Evitar las siestas durante el día.

 - Reducir o evitar el consumo de alcohol o cafeína.

 - Evitar comidas copiosas antes de acostarse.

 - Mantener condiciones ambientales adecuadas para dormir (temperatura, ventilación, ruidos, luz...)

 - Evitar actividades estresantes en las horas previas de acostarse.