CAMAGÜEY.- El nombre de la hermosa planta ornamental no era conocido hasta hace unas horas. Este ejemplar exótico llegó a Camagüey el 25 de enero del 2015 en una bolsa de polietileno, mas después de la adaptación al medio fue trasplantado en un espacioso jardín del reparto América Latina.

El labrador de las áreas verdes del habanero hotel “Puesta del Sol”, en el municipio La Lisa, realizó la siguiente observación a los interesados en fomentarla en la Ciudad de Los Tinajones: “Florece una vez al año y regularmente en enero”.

La planta es deslumbrante, con hojas grandes de doble color. Por arriba, verde, y por debajo, morado, en contraste con las flores alargadas que adquieren forma de ramos. Abiertas se transforman en una figura especial, similar a un diminuto lazo blanco en la punta, sostenido por una base policromática que adopta un color tenue de mayor a menor en el desplazamiento de su follaje.

Hubo un intento inicial para despejar las particularidades del hermoso arbusto en el CIMAC (Centro de Investigación del Medio Ambiente de Camagüey). La pesquisa no fue fallida totalmente. La investigación quedó completada en el recién estrenado Parque Botánico.

El veterano estudioso y Máster en Ciencias Roberto Adán Pérez asimiló con paciencia la búsqueda en diversos volúmenes bibliográficos hasta encontrar que la especie responde al nombre científico de Clerodendrum quadriculare de la familia Lamiaceae, según el catálogo de plantas de las Indias occidentales de Pedro Acevedo-Rodríguez y Mark T. Strong. En un lenguaje más popular es conocida por Clerodendrom.

En el diccionario sobre botánica, acerca de nombres vulgares de plantas de Tomás Roig, la especie de referencia no aparece, fue introducida al país en una fecha posterior.

Originaria de Nueva Guinea y Filipinas, es benévola. Crece a una altura por encima de tres metros y pare hijos más de una vez al año, los que pudieran multiplicar nuestra floresta.

Los cultivadores de la planta en esa barriada camagüeyana, incitados por la titular del núcleo familiar, no perdieron de vista el consejo: “Donemos las nuevas simientes al Parque Botánico para enriquecer la vegetación y que el paisaje adquiera nuevos matices de colores en el entorno de orquídeas y de otras flores en este promisorio entorno de la naturaleza”.

El recorrido por el vivero no se hizo esperar; Adán Pérez, frente a una de las naves cubiertas de una malla especial para proteger las plantas, mostró los únicos tres ejemplares pequeños en fase de aclimatación, a la espera de las lluvias para llevarlos hacia el área de plantas ornamentales.

Mientras concebía este trabajo, me vino a la mente la sentencia martiana: “La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se halla completo ni se eleva a sí mismo ni ve lo invisible, sino en su intensa relación con la naturaleza”. Esperemos un nuevo enero para ver estas hermosas flores, apegado al pensamiento de José Martí: “La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes”.